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Análisis:ANÁLISIS | EUROCOPA 2008 | La gran final: Alemania-España
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

En España no hay salvadores de la patria

En los bares se podrá decir que después de la maldición de San Paulino y relativos penaltis, esta España ha derrotado también al gafe de las camisetas amarillas. En realidad, lo importante es que haya derrotado a Rusia y, aún más, cómo la derrotó. Cuando se repite un partido entre equipos que se han enfrentado, en este caso con 4-1 en la primera fase, generalmente el que las tiene todas para perder es el que ganó el primer encuentro. Los demás intentan no repetir los mismos errores, han recibido una lección de juego (y de contragolpe, aquel día) y quieren devolverla. Además, la lluvia que caía sobre Viena parecía una condena para el toque español y una bendición para las geometrías con profundidad y en diagonal de los rusos. Además, los jugadores de Hiddink, el equipo más joven del torneo, tuvieron un día más de descanso.

Aquí en Italia nos esperábamos un partido totalmente distinto, con más Rusia y menos España. Quizás por la propiedad transitiva: Rusia había dominado a Holanda que a su vez había dominado a Italia. Quizás porque aunque España merecía seguir en el torneo, las victorias en los penaltis impresionan menos. El 3-0 a Rusia revaloriza el 0-0 de Donadoni después de 120 minutos. Si ésta es España, haber reducido su potencial de juego es un mérito. Donadoni ya no puede alegrarse porque la federación anunció el regreso de Lippi. Toda esta historia no será recordada por la elegancia, pero hablemos de fútbol.

El viraje es la lesión de Villa. Aragonés manda entrar al césped al quinto centrocampista, Cesc. Parece una locura, pero ahora entiendo por qué le llaman el sabio. Y tengo la confirmación cuando quita a Torres y pone a Güiza. Rusia, que ya había hecho poco, deja de hacerlo para no hacer nada. En el 4-1 había hecho el ridículo en defensa, pero se había mostrado fuerte y maniobrera, además de poco afortunada, en ataque. Esta vez Hiddink no encontró la brújula, sus cambios no cambiaron el destino. A Pavlyuchenko le llegaron un par de pelotas buenas, Zhirkov no consiguió superar a Sergio Ramos, Semak estaba en minoría bajo la presión en el centro del campo, y sobre todo no había noticias de Arshavin. Estaba, pero como si no estuviera.

Creo que este Europeo se puede etiquetar desde el punto de vista táctico como el ataúd del 4-4-2, desde el punto de vista folclórico como el festival de las cantadas de los porteros y desde el punto de vista emocional como la traición de los artistas. Arshavin (ni siquiera pegado por los españoles, sino que tan sólo enjaulado) es el último ejemplo. El día antes, Ballack no había ni mucho menos arrastrado a su equipo, sino que se dejó arrastrar por él. Es lo que tienen los alemanes: consiguen ganar aunque jueguen mal. La lista de las estrellas oscurecidas incluye a Cristiano Ronaldo, Robben y Van Persie, Del Piero y Cassano, Modric, Mutu, Henry y Benzema, es decir, jugadores que por valor, fama y por una antigua costumbre son designados como salvadores de la patria futbolística. Aquellos de los que se dice: basta con pasarle la pelota que él se encarga de lo demás.

Pero no. No en Austria y Suiza. Y llegados a este punto me convenzo de que el secreto de España está en no tener salvadores de la patria (como podían ser, en la época, Raúl, Butragueño o Michel) sino un equipo compacto con un estilo de juego que le define y del que, justamente, no quiere prescindir. Pueden cambiar los intérpretes, pero lo bueno de Aragonés está también en demostrar que no existen hijos o hijastros, que la música es siempre la misma: todos son útiles y ninguno insustituible. La luminosa fuerza de España está en la ausencia del hombre-faro. Dicho esto, y dicho también que la prensa italiana pondría en la encrucijada a un técnico que no pone a Cesc desde el principio, muchos de los méritos de la victoria de España son de Aragonés: no es nada fácil meter a Hiddink en el saco.

Por último, todos son útiles, pero hay cuatro que son más útiles que los demás: Casillas, Senna, Cesc y Silva.

Gianni Mura es escritor y periodista de La Repubblica.

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