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Cinema Jove premia a Bárbara Goenaga, la actriz tranquila

El festival concluye hoy con la proyección de 'Shall we kiss?'

Hace un año, Cinema Jove distinguió con el premio Un futuro de cine al actor Miguel Ángel Silvestre, quien todavía no era El Duque ni sabía que sin tetas no hay paraíso.

Ayer, Bárbara Goenaga, que toma el relevo del actor castellonense en este premio que concede Cinema Jove para "estimular la carrera de un intérprete con un presente consistente", según el director del certamen, Rafael Maluenda, recordó la transformación que ha sufrido la vida de Silvestre en los últimos meses para expresar un deseo: "Espero que no me pase lo mismo".

Y es que Goenaga, nacida en San Sebastián hace casi 24 años, ya ha pasado por el trance de que una abuela la parara por la calle y se creyera que era su abuela. Fue hace 14 años, cuando era una niña y trabajaba en la serie de televisión Goenkale, de ETB. "En Euskadi me conocía todo el mundo y esa fue una de las razones que me impulsaron a trasladarme a Madrid, donde nadie sabía quién era yo", recuerda la actriz donostiarra de sus inicios en la profesión. Años más tarde, cuando la abuela se había olvidado de aquella niña a la que veía todas las noches mientras hacía una tortilla en su casa, Goenaga debutó en el cine. Fue en Mi dulce, de Jesús Mora, quien estuvo ayer en Valencia para homenajear a la estrella, a la que eligió para participar en su filme en una decisión que ahora valora como "uno de los mayores aciertos" de su carrera. No fue el único director que arropó a la bella actriz vasca en el acto que le organizó Cinema Jove. Si Mora fue el alfa cinematográfico en la carrera de Goenaga, el omega, hasta el momento, lo representa Helena Taberna, también presente ayer, realizadora de La buena nueva, que se estrenará en noviembre en las pantallas españolas. Ambos cineastas coincidieron en un rasgo que define a esta actriz de mirada limpia y singular magnetismo ante la cámara: la tranquilidad. "Bárbara tiene una naturalidad y una aparente facilidad en el trabajo que es muy difícil de encontrar en una actriz", decía Taberna. "Me impresiona su seguridad y su tranquilidad, aparte de que tiene una técnica actoral impresionante", recalcaba Mora. Ante tanta flor, Bárbara Goenaga no se inmutaba, una actitud que no hacía sino refrendar las palabras de quienes han trabajado con ella. "Yo no entiendo la importancia que se le da al trabajo en el cine, porque nosotros hacemos un trabajo como otro cualquiera", replicaba.

Entre Mora y Taberna, Goenaga ha trabajado en una decena de largometrajes, con directores tan antagónicos como Gonzalo Suárez o Nacho Vigalondo. De Suárez, "un personaje que está de vuelta de todo", guarda un recuerdo contradictorio, que se mueve entre la dureza del rodaje de Oviedo Express y la dificultad para "entrar en su mundo, que te lleva a extremos que no puedes controlar". De Vigalondo, "amigo inteligente y divertido", solo recuerda lo fácil que fue rodar con él Los cronocrímenes, porque "lleva la batuta con mucha calma".

Y, entre recuerdos, Bárbara Goenaga confesó que acepta los guiones que le gustan, "como un amor a primera vista", que admira el cine de Michael Haneke y el ejemplo interpretativo de Meryl Streep, "que siempre está impresionante", o que su trabajo es "una oposición continua, en el que lo difícil es la inestabilidad que conlleva".

Goenaga recibirá su premio hoy en una gala de clausura durante la que se proyectará la película Shall we kiss?, de Emmanuel Moret, protagonizada por Virginie Ledoyen, Julie Gayet y Michäel Cohen. En la ceremonia de cierre del festival se entregarán los premios de la secciones oficiales del certamen. Todo apunta a que la Luna de Valencia al mejor largometraje será para la estonia Sügisball, de Veiko Ounpuu, el filme más interesante de cuantos se han podido ver en la competición. En el apartado de cortos, como es habitual, la cosa estará más reñida.

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