Más madera; esto es la crisis
El material resurge como alternativa sostenible para rehabilitar viviendas
En tiempos en que la construcción de viviendas está de capa caída y las hipotecas hacen crujir los bolsillos de tantos, surge con fuerza la alternativa de rehabilitar viejas casas y recuperar edificios antiguos. Pero se intenta ir más allá de un arreglo convencional. Primero se trata de ahorrar energía. Y la mejor manera es aislar térmicamente las casas. ¿Cómo? Con una solución tan natural como la madera. La misma con la que después se diseña el mobiliario interior de acuerdo a las necesidades de los habitantes de la casa.
Los arquitectos Belén Apraiz y Oliver Domínguez aplicaron estos principios sobre una casa abandonada en el pueblo alicantino de Benimantell. El proyecto fue premiado en el concurso Vivir con Madera, de Arquinfad, organizadora de los prestigiosos premios FAD de Arquitectura e Interiorismo. El lugar era inhóspito y frío porque era una vivienda adaptada sólo para verano. Lo primero que hicieron fue vaciar los 120 metros cuadrados de la planta baja y los 80 de la alta, revestir las paredes de aislante y cubrir el interior de contrachapado de abedul. Después distribuyeron los interiores con la misma madera.
"Es sana porque absorbe la electricidad estática", asegura un arquitecto
"Intentamos hacer una arquitectura en la que prime la economía de recursos materiales y conceptuales, la madera nos lo permite y es sana porque absorbe la electricidad estática. Además, gracias a ella podemos ser muy sinceros: hay que construir bien porque todo se ve, hasta las juntas", dice Domínguez.
El material tiene otras virtudes. Consume muy poca energía para su fabricación -otro factor para el resurgimiento-, y no necesita transformación química ni industrial para usarla como elemento constructivo. Lo contrario que el acero, que para fundirlo precisa de temperaturas altas.
Al hablar de los costes, Apraiz y Domínguez aseguran que son similares a los de la arquitectura tradicional y, en este caso, al ser una rehabilitación, se beneficia de las ayudas del Gobierno; "además, se aprovecha mucho mejor el espacio". Y algo más que no tiene precio: el tiempo. En sólo cuatro meses levantaron la vivienda.
Donde de verdad derrocharon esfuerzos fue en el diseño interior. "Cada cliente tiene una idea de lo que necesita y unas necesidades reales que incluso desconoce. Nuestro trabajo es combinarlas para ofrecer una solución personalizada".
En la casa alicantina, los elementos propios de la arquitectura (pilares, vigas, paredes y escaleras) se pusieron al servicio del cliente y la transformación fue casi mágica. La escalera hace la función de armario y despensa que se extiende hacia la cocina, los muros se convierten en mesas y las ventanas en estanterías. Y encima no hay que matarse para que esté impecable. La madera se trata con aceites naturales y evita el lijado. Y por fin se acabó el olor a barniz.
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