El encanto de tocar en la calle

Alejandro tiene 29 años y las manos endurecidas por su trabajo como jardinero. Estudió Bellas Artes y terminó de guitarrista callejero. Y a mucha honra, porque a pesar del frío en invierno y la tacañería del público, se puede vivir de ello. Se trata de tener "el vicio de la música" metido en el cuerpo y la disciplina para presentarse cada domingo a tocar en el Rastro. Con sus compañeros Carlos y Víctor, mandolina y cajón flamenco respectivamente, forma el trío celta Galerna, uno de los grupos que hoy participará en la cuarta edición de las Noches Bárbaras del Círculo de Bellas Artes.

Este maratón musical, de acceso gratuito, reunirá desde las diez de la noche a las tres de la madrugada a más de 20 conjuntos de folk, jazz, rock, blues o flamenco, entre otros géneros, que fueron fichados en pasillos del metro, plazas y parques por su calidad y variedad de estilos. "Un buen músico debe forjarse en la calle, que es el mejor local de ensayo. Si tocas sólo para ganar dinero y con multinacionales por medio, olvídate. A veces se agradece más una mirada o un aplauso que las monedas", confiesa Carlos, veterano violinista y profesor de informática que en sus ratos libres cautiva con su mandolina. Entre los tesoros más preciados que le han dejado de propina están dos naranjas de una anciana. "No tenía otra cosa para darme y quiso dejarme esas naranjas. No lo olvidaré nunca. Esos gestos son los que merecen la pena", asegura.

Por lo visto, tocar en la calle genera adicción. Algunos, como Kamala -vocalista del quinteto de rock street folk que lleva su nombre-, regresan a su rincón en el metro de La Latina tras haber firmado un contrato para sacar un disco y a pesar del peligro del aire acondicionado para la voz. "Cantar en el metro te mantiene con los pies en la tierra y en contacto constante con la gente. Firmé hace dos años un contrato con Warner/Chappell, que me fichó en un garito donde cantaba, y espero sacar el próximo enero el primer disco, Sonámbula. Pero no voy a dejar de tocar en la calle por eso", afirma la cantante, que vive al día y se resiste a trabajar en otra cosa que no sea la música.

En esta edición de las Noches Bárbaras se ha destinado el vestíbulo del Círculo a las voces femeninas, como homenaje a las artistas que poco a poco se abren paso en un mundo de hombres. Además, se ha editado un libro-disco que recoge historias de músicos callejeros del mundo. África, Latinoamérica y Europa del Este aportarán exotismo a la velada, que se cerrará en el salón de baile con un espectáculo de danza y percusión a cargo del grupo Livika.

Más información: www.circulobellasartes.com