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XVI Congreso del Partido Popular
Columna
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Rectificación

Enrique Gil Calvo

Cada vez aparecen más indicios que apuntan a la posibilidad de que esta nueva legislatura implique una rectificación de las posiciones mantenidas en la anterior. Y ello tanto para la estrategia del Gobierno, que prosigue su viraje hacia la derecha con su apoyo a las directivas europeas de retorno de inmigrantes y libertad de horarios laborales, como la de la oposición, pues el XVI congreso del PP ha venido a confirmar el decidido giro hacia la moderación que por fin ha logrado imprimir Rajoy. Nada que objetar a las rectificaciones, pues quien rectifica demuestra que sabe aprender de su propia experiencia, cambiando de trayectoria cuando ésta conduce al fracaso. Pero hasta ahora nuestros políticos parecían incapaces de aprender de sus errores, empecinados en caer una y otra vez en ellos, de acuerdo al celebrado lema de sostenella y no enmendalla. Y como muestra, la anterior legislatura. Tras el 11-M, cada una de las tres grandes fuerzas políticas (los socialistas en el poder, los conservadores en la oposición y los nacionalistas en sus feudos) se hicieron su composición de lugar, se fijaron una meta estratégica y la mantuvieron impávidos contra viento y marea hasta el final de la legislatura.

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Aunque en realidad, hubo una excepción, pues Zapatero sí que supo rectificar a tiempo, adoptando en 2007 un viraje estratégico que le permitió sobreponerse a la peligrosa deriva que venía adquiriendo como consecuencia de sus arriesgadas apuestas políticas (Estatut catalán y diálogo de paz), un viraje con el que logró invertir las tendencias electorales venciendo finalmente el 9-M. Esa rectificación quedó reflejada en su renuncia a pactar el Gobierno de Navarra en coalición con los nacionalistas, cediéndoselo a UPN (la marca local del PP). Pero no fue el único gesto de rectificación, pues tras el bombazo de Barajas también renunció a su negociación con los terroristas, adoptando la política de "firmeza y derrota" que le exigía el PP. De modo que Zapatero sí demostró que sabía aprender de sus propios errores, lo que le permitió rectificar a tiempo y finalmente le concedió la victoria.

En cambio, sus demás adversarios no supieron rectificar, sino que mantuvieron inalterable su misma estrategia a lo largo de toda la legislatura. Así lo hicieron los nacionalistas catalanes y vascos (sobre todo Ibarretxe, aunque no tanto Imaz) que aprovechando la debilidad de un Zapatero acosado por el PP se empeñaron en escenificar su continuo enfrentamiento con Madrid. Semejante apuesta, mantenida hasta el final, resultó suicida para ellos, como han demostrado después de todo las urnas del 9-M. Y lo mismo le sucedió al PP. También adoptó de comienzo a fin una estrategia de acoso y derribo contra Zapatero, que hasta el 2007 pareció irle bastante bien, pues conseguía estrechar sus diferencias con él tras los fracasos del Estatut y el proceso de paz. Pero cuando Zapatero rectificó en 2007 (como hemos visto antes), el PP no supo reaccionar a tiempo, y se empeñó en seguir manteniendo su estrategia de crispación a ultranza aunque ya no le conviniera hacerlo. Y al final lo pagó con su derrota en las urnas.

Pero finalmente, Rajoy parece haber aprendido la lección, pues aunque haya sido a toro pasado, por fin ha comenzado a rectificar. El viraje estratégico adoptado por el PP en este congreso, un giro que se manifiesta mucho más por el cambio de personas que por el cambio de ideas, supone una rectificación en toda regla, tras haber comprendido que la derrota sufrida se debió al fracaso de la estrategia aznarista. ¿Por qué no lo comprendió antes Rajoy? ¿Por qué no rectificó en 2007, cuando aún estaba a tiempo de ganar? Es posible que Rajoy lo comprendiera entonces muy bien, hasta el punto de que si hubiera estado en su mano hacerlo habría intentado rectificar. Pero no pudo lograrlo. Quizá quería, pero no podía. Y no pudo porque sus valedores no le dieron opción ni margen para ello. Por eso hacía falta que el PP sufriera una derrota tan clara como la del 9-M para que Rajoy, ya cargado de razón, recuperase la libertad para rectificar. Ahora quería hacerlo y este congreso ha demostrado que ya puede rectificar, pues quienes querían impedírselo no han podido evitarlo al final.

De este modo, Rajoy emprende un viaje desde la derecha hacia el centro a la vez que, en el bando opuesto, Zapatero adopta un viraje análogo en sentido inverso. Como vio que su rectificación de 2007 le salía bien desde el punto de vista electoral, el presidente del Gobierno ha optado por continuar insistiendo en la misma dirección, tratando de recuperar así la fuga de votos que se le fueron por su derecha. Una fuga que ahora podría intensificarse, dada la probable atracción que sin duda despertará el nuevo PP gallardonista refundado por Rajoy. Lo que quizás obligue a Zapatero a derechizarse todavía más.

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