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SAQUE DE ESQUINA | EUROCOPA 2008 | La otra mirada
Columna
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Pero ¿muerden los rusos?

Juan Cruz

El día que Rusia iba a enfrentarse a España, en esta Eurocopa, Manolo Lama advirtió en Cuatro: "Ánimo, que son rusos, pero no muerden". A alguien se le ocurrió oponerle este otro silogismo: "No muerden, pero son rusos". ¿Y si mordieran?, dijo otro. Mordieron donde más le duele al fútbol y ahora han sumido a Europa en el desconcierto. Aquellos chiquillos que no pasaban de infantiles a manos -a pies- de David Villa se zafaron de Holanda con las mismas armas que usó el equipo de Van Basten para anunciar que mordían porque eran holandeses. Con Holanda yo tuve un mal presagio la tarde en que puso a Francia patas arriba: grande como era esa selección virtuosa, contaba en la grada con un colaborador indiferente. Cuando marcó su segundo gol y se desataba la euforia naranja en todo el estadio, la cámara enfocó a un hombre bronceado que ponía cara de palo y, finalmente, batía las palmas como si saliera de un funeral. Era Johan Cruyff. No pasó nada. Él no jugaba ni entrenaba, pero su indiferencia se me quedó en mi memoria de aficionado (y los que somos del Barça también somos aficionados de Holanda, así es la vida) como un aviso: algo estarán haciendo mal. No lo hicieron entonces, Cruyff no tenía razones para su entusiasmo hueco, pero lo hicieron el sábado. A lo mejor es que Cruyff es un vidente. El sábado le dejaron a Rusia morder donde Rusia sabe.

Rusia cuenta en la delantera con un Arshavin que es un '10' con todas las consecuencias

Las selecciones se van haciendo, como los hombres. En este campeonato hemos visto disminuirse a Francia, como si fuera un guiñapo, y hemos visto disminuirse a Portugal, aunque sus minutos finales ante Alemania fueron heroicos. Y a Rusia la hemos visto crecer hasta extremos aún más halagüeños que el heroísmo. Ahora ya no es la selección adelgazada que se opuso a España como se hubiera opuesto un equipo de infantiles. Mantiene sus desastres posibles en la zaga, pero Akinfeev se multiplica y en la delantera cuenta con un Arshavin que es un 10 con todas las consecuencias. El secreto, una vez más, es Holanda, cuya tradición se sienta en el banquillo ruso. El fútbol se aprende y el holandés errante, Guus Hiddink, es su maestro. Puso en el campo la horma holandesa... contra Holanda y desde el principio opuso al virtuosismo de sus compatriotas (el fútbol no tiene patria, ni memoria ni lógica) la calidad holandesa más la eficacia rusa, su pasión, su velocidad y su forma física. Y el resultado era demoledor nada más empezar a correr el reloj. Mordieron como si se vengaran. Estaban ensayando una venganza que ahora aplicarán, en la semifinal, con la saña con la que los heridos vuelven allí donde fueron maltratados. Que el fútbol es así ya se sabía, pero lo que no se había dicho nunca es que el fútbol (también) es ruso. Y muerde.

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