Asunto de fe
Juraría que esta historia me suena: a Italia se le lesiona el mejor jugador, pierde el primer partido, todo el mundo la da por muerta... Pero pasa la fase de grupos; renace y termina jugando la final. Eterna Italia; tetracampeona del Mundo. Italia, con mayúsculas. Lo vimos en España 1982, cuando Rossi acabó con una selección de Brasil impresionante y ganaron el Mundial, pasó en EE UU 1994, cuando se lesionó Baresi, su gran capitán, y terminaron perdiendo la final contra Brasil por penaltis; sucedió otra vez hace dos años, en el Mundial de Alemania, en medio de una crisis impresionante, con la Juve en segunda por no sé qué líos. Pasó el corte de milagro, a costa de Australia, cuando ya estaba sentenciada y muchos le hacían las maletas, resurgió y levantó su cuarta Copa del Mundo. Es lo que tiene. Es Italia. Pero España es mejor y sólo necesita convencerse de ello para desmostrarlo y darse una alegría que esta generación de futbolistas se merece.
Doy por bueno que Italia está despertando, que lo de Luca Toni no es normal y le toca marcar. Sí, lo sé, son los campeones del mundo, visten de azul, nadie destruye mejor que ellos, son Italia, Italia, Italia. Pues bien, veo jugar a España, miro a sus jugadores y por muy difícil que sea lo que se le viene encima, por muy peligroso que sea Italia como rival, no veo color. Gana España porque es mejor equipo, tiene mejores jugadores, su dinámica es más positiva... De cada 10 partidos, hoy España ha de ganarle 9 a Italia por calidad. Muchos de los jugadores que hoy Luis no usará de entrada son mejores que los que sacará Donadoni.
Lamentablemente, con eso no basta, lo sé. Juega Italia, que de la nada saca petróleo. Un córner y a semifinales.
Por eso España necesita, principalmente, creerse capaz de ganar, por mucho campeón del mundo que tenga delante. Esa es la clave. Nadie gana un partido por el nombre de su equipo, por el peso de la historia o por el color de la camiseta. Empiezas a ganar el partido porque sales al campo convencido de que vas a ganar. Si te entran dudas, malo. Y a partir de ahí, viene el resto: la calidad, las ganas, la concentración, el estilo... En eso Italia le puede dar lecciones al mundo, es cierto. Por eso es tan peligrosa. Llevan años queriendo ganar, por eso ganan.
Más allá de Italia, la historia del fútbol nos ha dado mil ejemplos. Me basta el más cercano: Turquía semifinalista de la Eurocopa. ¿Fue mejor que la República Checa? No, durante 80 minutos, no. Le dio la vuelta al partido porque su fe empujó. ¿Fue mejor que Croacia? Seguramente tampoco. Es más, a falta de 30 segundos estaba eliminada. Pero marcó y tiraron los penaltis convencidos de que los iban a meter. Como el día que gané la Copa de Europa con el Manchester en el Camp Nou: Beckham saca el córner en el minuto 90 convencido de que Sheringham remata y empata. Remató y empató. A la siguiente, marcó Solskjaer. Los alemanes ya se peinaban para la foto y ganamos nosotros. Porque faltaba un minuto y seguíamos pensando que habíamos llegado allí para hacer historia. Y la hicimos.
La teoría es fácil. Si España juega bien, gana. Porque no dejará que la rematen en jugadas a balón parado, porque la pelota será suya en el medio del campo y en cualquier momento, Iniesta y Xavi sacarán un pase de gol que Torres no desperdiciará. Le basta jugar como ha jugado hasta ahora para romper con el pasado. España debe ganar a Italia porque tiene mejores futbolistas y porque ha encontrado una idea en la que creer. Italia tiene la suya hace cien años y sabemos que le va bien defenderla como la defiende. Espero que España sepa defender la suya, que la convierta en una cuestión de fe y gane el mejor. O sea, España.
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