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ARTE | Exposiciones
Columna
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Fracaso

"Estamos ante una estética", afirma Juan Navarro Baldeweg en su ensayo titulado Frenhofer y Lord Chandos, incluido en el libro colectivo Una carta (de Lord Philipp Chandos a Sir Francis Bacon)... Seguida de seis respuestas... (Pre-Textos), "que abre el espacio imaginario subdividiéndose en varios planos con sus luces y sus sombras. Hay un lado oscuro en la visión de lo físico y la desazón y la angustia correlativas en el lado psíquico". O sea: por un lado, la extrema extensión de un horizonte inabarcable, y, por otro, la extrema estrechez, la angostura, del cauce íntimo que ha de hacer fluir semejante caudal externo. Tal es el trágico dilema que acongoja, por supuesto, a cualquier artista desde que empezó a existir, pero, reconozcamos, que con un mayor efecto anonadante en nuestra época, en la que el lenguaje, sin ninguna garantía trascendente, es un frágil puente virtual entre el yo y el mundo. No es así extraño que haya sido en la época contemporánea cuando más han menudeado los artistas abocados a la autodestrucción o que sobreviven cortejándola, pero, sobre todo, que no haya habido ninguno que sea inmune a la duda radical.

El ensayo de Juan Navarro Baldeweg, junto a los de José Muñoz Millanes, Claudio Magris, José Luis Pardo, Stefan Hertmans, Clément Rosset, Esperanza López Parada, Hugo Mújica y Abraham Gragera, es una de las reflexivas respuestas actuales a la célebre Carta de Lord Chandos (1902), en la que el poeta austriaco Hugo von Hofmannsthal (Viena, 1874-1929) aceptaba como irremisible el silencio creador. Quizá por su condición de arquitecto, artista y profesor, Juan Navarro ha centrado su texto en la comparación de Frenhofer, el mítico pintor protagonista de la novela La obra maestra desconocida (1831), de Balzac, y Lord Chandos, el poeta de ficción que le sirvió a Hofmannsthal para expresar sus cuitas. Cada una de estas dos obras narran, en efecto, un mismo proceso de autodisolución artística, respectivamente a través de la pintura y de la poesía, y ambas, además, están no sólo históricamente emplazadas a comienzos del siglo XVII, sino que tienen una estructura dialógica: la de la conversación o la correspondencia entre un creador con un interlocutor o un corresponsal muy concernidos. En realidad, conversación o correspondencia, ambas son una paradójica confesión del fracaso creador. En cualquier caso, el nexo que apunta Navarro Baldeweg entre Frenhofer y Lord Chandos es el de hallarse los dos inmersos en el hontanar de una creación asediada por la imprescindible necesidad afirmativa de innovar y la negativa de por ello mismo perderse, lo cual acaece sucesivamente a ambos.

¿Qué solución puede entonces darse para que el extraviarse -salirse del camino trillado- no devenga un desvarío? Lo que, sin embargo, convierte a la práctica artística en creadora es que plantea problemas sin solución e interrogantes sin respuesta. No mide la vida, sino que se mide con ella, o, como muy bien resume al final de su texto Juan Navarro Baldeweg, "por medio de Frenhofer y Lord Chandos, Balzac y Hofmannsthal mostraron con aguda penetración y con sobrecogedora emoción los límites, un final, el no más allá del poder de una 'manera' o de una lengua". Fueron los suyos, por consiguiente, sendas confesiones muy creativas de fracasos o, si se quiere, fracasos muy creadores. -

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