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Columna
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Operación fracaso

Los que peina(ba)mos canas, como se puede comprobar en la fotografía adjunta, de jóvenes viajábamos poco. Tan poco que el extranjero eran las provincias limítrofes, el pueblo de los abuelos (si tenían pueblo) y Madrid, la capital, el infinito prometido en eslogan "de Madrid, al cielo". Bueno, viajaban los de siempre, los emigrantes, los primeros españoles que conocieron París, la campiña francesa, Zurich, Ginebra, Francfort. Viajaban en aquellos trenes (animales mitológicos los llamó Joaquín Sabina) que eran algo así como pateras de secano. Los que no vivimos la emigración y tuvimos los abuelos en nuestro entorno, veíamos el mundo a través del cine, primero, y luego de la televisión. Así, pensábamos que todos los estadounidenses tenían los ojos azules, como Marlon Brando, y un hoyito en la barbilla, como Kirk Douglas, y que todas las italianas eran como Sofía Loren. ¡Qué fracaso! Con el tiempo descubrimos a Ronald Reagan, pero no en el cine, donde hacía papeles secundarios, sino en la Casa Blanca, donde también hacía papeles secundarios, aunque mejor pagados. Y descubrimos también que en Italia había un tipo, un tal Berlusconi, que está a punto de conseguir el mayor fracaso en la historia de la humanidad: una ley que declare la impunidad absoluta ante la ley de la clase política, con el único objetivo de garantizarse la suya, amenazada por un sinfín de desmanes, trapicheos y componendas entre el poder y el dinero.

Es el triunfo del salvador que te condena, el intercambio de papeles que está tan de moda

Hacía mucho tiempo que Europa no daba a luz un político tan viscoso como Silvio Berlusconi. ¡Qué fracaso! Bajo su epidermis, subyace algo más profundo. La vida mantiene tres poderes: el político, el judicial y el económico. A Berlusconi realmente sólo le interesa uno, el económico, para lo cual necesita dominar el poder político y así anular el poder judicial. Silvio el maquillado, el operado, el machista latino más demodé que un martini con sifón, puede ser repelente (de hecho lo es), pero no tonto. Italia, un país envejecido, con unan notable fuga de jóvenes talentos que no encuentran su sitio en la férrea dictadura de sus mayores, se ha echado en brazos del primer millonario salvapatrias que se ha echado a la cara.

En los tiempos de crisis económicas, ocurren siempre dos cosas: crecen los adeptos a los juegos de azar y la admiración por los millonarios. Se piensa que amasar una fortuna demuestra una notable inteligencia. Y no se piensa que también amasan fortunas los narcos, los desfalcadores y los corruptos. Da igual. Hay a quien Berlusconi le parece hasta guapo y le vota porque es millonario. Y hay quien piensa, incluso, que es mejor votar a un millonario, porque con tanto dinero no tendrá tentaciones de meterle mano al cajón. ¡Qué fracaso! Un millonario siempre piensa que la falta de ambición es un signo de pobreza. Y como la ambición es ilimitada, las fortunas también lo son.

La operación triunfo de Berlusconi es la operación fracaso para Italia, para Europa y para el homo sapiens, en general. Es el triunfo del salvador que te condena. El intercambio de papeles tan de moda en nuestra sociedad. Operación triunfo se ha inventado un personaje que ha engullido el programa, Risto. Ahora el programa es él y todos los programas concurso han hecho protagonistas a los jurados y secundarios a los concursantes. ¡Qué fracaso! ¿Entienden ahora por qué triunfa Silvio Berlusconi? ¡Cagüen Risto!

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