El Sónar arranca entre latigazos de 'dubstep', sensualidad y ruidismo
El festival ya ha agotado sus abonos y las entradas diurnas de sábado
El calor ha llegado y con él, un año más, el Sónar. Ayer cumplimentó su primera jornada diurna en el Centro de Cultura Contemporánea, que fue decorado con los cuerpos de esos turistas que están esperando cualquier asomo de calor para vestirse de playeros. Nada nuevo. Aunque mirando el panorama con algo más de detalle podía comprobarse que la presencia de niños es cada vez mayor, seguramente porque el tiempo pasa por igual para todos, incluidos los asistentes a un festival avanzado.
Bass Clef triunfó con la pulsión jamaicana y los bajos resonantes del estilo 'dubstep'
Al margen de este detalle, la música reinó en múltiples expresiones, y a la espera de que la noche coronase la feminidad de Goldfrapp y de Leila, la tarde deparó exitosas actuaciones. El festival ya ha agotado los abonos y las entradas de día para el sábado, así como las localidades del concierto que Camille ofrecerá el sábado en el Palau de la Música.
Comenzó la jornada tranquila, con la mezcla de estilos en clave de fusión pop a cargo de Little Dragon y su sensualidad sólo alterada por algún pespunte rítmico en clave de dub vaporoso. Los locales Assrtrio apostaron en el escenario Sonar Dome por una mezcla entre jazz, funk y gotitas de lounge, mezcla idónea para no subir el tono vital demasiado pronto.
De eso se encargaron Pram en el Hall, el escenario que acoge las propuestas más extremas. El veterano grupo inglés ofreció una actuación cuyo sonido evocaba las series añejas de ciencia-ficción, sensación apoyada por unas estupendas proyecciones de época que parecían salidas de alguna versión de 20.000 leguas de viaje submarino. En algunos momentos el concierto se mostró inquietante, en especial en la pieza ambientada con las imágenes de muñecos que jugaban con cerillas hasta quemarse, pero en otros los sonidos de barra de coctelería brasileña se apoderaron del Hall.
Fuera, bajo el sol, los locales Chacho Brodas (Griffi, Tremendo, Quiroga, Mbaka y Aqeel) se ponían todo lo sensuales que podían con su rhythm and blues y hip-hop seductores defendido por cuatro voces muy a considerar, con especial mención para las de Aqeel y Tremendo. Más tarde, de nuevo en un abarrotado Hall, Pan Sonic ofrecieron una muestra de ruidismo extremo que puso al Sónar en uno de sus espacios favoritos: el de las sensaciones más físicas.
Pero, probablemente, el triunfador de la jornada en plano festivo fue Bass Clef, un proyecto de dubstep, estilo de música con especial predicamento ente los ingleses. La pulsión jamaicana de esta música, movida por bajos retumbantes y ayer apoyada por un trombón y eventuales de percusiones analógicas pusieron en danza la carpa del Sonar Dome.
Y lamentablemente, quienes no pondrán en danza a nadie son los congoleños Konono nº1, que pese a tener pasaporte diplomático de su país siguen pareciendo para los burócratas de la Unión Europea unos africanos que vienen a Europa a buscar trabajo en el metro. Pesa a todos los esfuerzos realizados, estas estrellas de la música de baile africana no podrán entrar en nuestro continente.
Más información en la página 58
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