IU le pasa la pelota a su militancia
La dirección, dividida, no logra acordar la ponencia política de la Asamblea
El Consejo Político de IU -máximo órgano de dirección- comenzó ayer su reunión haciendo algo que un dirigente calificó de "propio de Marx, pero de los hermanos Marx": votar si se votaba o no. El Consejo estaba convocado para aprobar el documento político que sentará las bases del futuro de IU en la Asamblea Federal de noviembre. Pero las tres familias en las que está dividida la organización presentaron cada una su propio documento, y lo primero que hubo que hacer fue decidir si se votaba para elegir uno entre ellos o se renunciaba a votar y se elevaban los tres documentos a la Asamblea.
Salió que mejor no votar: las tres familias enviarán sus propuestas en igualdad de condiciones a las bases, y éstas podrán presentar enmiendas a cada texto, con la esperanza de llegar a uno de síntesis en una Asamblea que se promete maratoniana. Los dirigentes de IU trasladan así a sus 55.000 militantes la responsabilidad de hacer lo que ellos no han sido capaces de hacer en los tres meses posteriores al desastre electoral del 9-M: ponerse de acuerdo para definir la línea oficial de la tercera fuerza política española en número de votos.
Representantes de las tres corrientes -la dirección del PCE, los fieles al coordinador Gaspar Llamazares y un grupo de ex llamazaristas desencantados que se ha convertido en bisagra- aseguraron después que no renuncian a volver a intentar el consenso de aquí a noviembre, pero todos coincidieron en que el acuerdo parece imposible y cada grupo echó la culpa a los otros dos. Mientras, los militantes irán pronunciándose con sus enmiendas.
Al margen de la lucha por el poder, no hay grandes diferencias ideológicas entre los tres documentos. Todos hacen autocrítica, pero el impulsado por el PCE exigía más dureza con Llamazares. Otro punto de conflicto es si IU debe abrirse a nuevas formas de la izquierda -como defiende el coordinador general- o centrarse en el movimiento obrero y las luchas laborales. El tercer grupo en discordia tenía coincidencias con ambos pero al final no pactó con ninguno.
Llamazares no quiso hablar ayer. Felipe Alcaraz y Francisco Frutos, presidente y secretario general del PCE -que sí pidió que se votaran los documentos porque, ante la división de la mayoría, el suyo tenía probabilidades de ganar- denunciaron enfadados esa "jugada torticera" y "poco democrática". Inés Sabanés, del sector pro-Llamazares, dijo: "Somos conscientes de que lo que a la gente le preocupa hoy es la crisis económica, las directivas europeas de inmigración y el Tratado de Lisboa. Vamos a ser capaces de reflexionar sobre la necesidad de cambiar". Adolfo Barrena, de la tercera vía, añadió: "Había dos documentos que buscaban la confrontación y otro, el nuestro, que busca la síntesis. La síntesis es aún posible".
Ninguno consideró que los militantes puedan sentirse decepcionados o hartos de sus dirigentes. Un cargo madrileño apuntaba el secreto de esa confianza: "Es sencillo: nuestros militantes son como nosotros, ni más ni menos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.