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La carrera hacia la Casa Blanca

La derrota no pareció tan amarga

Los seguidores de la senadora la aclaman y avalan el apoyo a su rival

Los más acérrimos seguidores de Hillary Clinton vivieron ayer una largamente esperada catarsis. Los votantes que se acercaron a mediodía a la sede del Museo Nacional de la Edificación de Washington, no muy lejos de la Casa Blanca, eran el núcleo duro de su malograda campaña. Entre ellos había voluntarios, empleados, delegados y congresistas. En un escenario muy presidencial, rodeada de 12 banderas americanas y cuatro columnas corintias de 23 metros de altitud, Clinton, por fin, se retiró. Nombró a Barack Obama en 14 ocasiones y pidió a sus seguidores que se volcaran en ayudar al senador de Illinois a llegar a la Casa Blanca. Los estruendosos aplausos que recibió -acompañados de algún que otro abucheo aislado- indicaban que sus seguidores agradecen este gesto de conciliación y unidad.

"Lo importante es la unidad del partido", afirma una activista

Muchos de los reunidos llevaban semanas esperando este momento. Amy Ruben, de 25 años, y su madre, Beth York, de 57, llevaban camisetas de Clinton pero confesaban que ya se habían registrado en la legión de voluntarios de Obama. "Claro que vamos a ayudar", explicaba Amy. "Lo importante es la unidad del partido y que los demócratas regresen a la Casa Blanca el próximo mes de noviembre. Lo vamos a lograr. Y como Hillary ha dicho, hay que trabajar juntos para ello", añadió.

La rabia mal contenida que se vivió en el campo de seguidores de Clinton cuando el martes pasado Obama logró suficientes delegados como para ganar la nominación se había disipado. La misma Clinton lo admitió nada más subir al escenario, acompañada por su madre, marido e hija: "Aunque ésta no es la fiesta que tenía planeado celebrar, estoy muy a gusto con la compañía".

Fue el de ayer el mayor baño de multitudes que Clinton se ha dado en estos casi seis meses de campaña de primarias. Los aplausos ahogaron su discurso en varias ocasiones.

Clinton sabía muy bien quiénes han sido el núcleo duro de sus apoyos, y citó en diversos puntos de su discurso a las "mujeres y madres de familia", a los gays, los latinos y los sindicalistas. En la sala había una buena muestra de todos estos grupos sociales. Y también un considerable número de mujeres afroamericanas, tal vez las más reacias a votar por Obama. Entre ellas, Glory Udobot, de 33 años, que se siente decepcionada porque haya ganado "un candidato que no tiene ningún tipo de experiencia política" y no "la mujer que podría haber salvado a este país". Su solución será votar al candidato republicano, John McCain en noviembre. "Sé que parece raro, porque soy negra. Pero prefiero a alguien que sepa lo que hace".

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Esta votante no pudo reprimir una mueca cuando Clinton pidió el voto para Obama. Otros, incluso abuchearon a la candidata a la que han apoyado ciegamente desde enero. Votantes como Edith Miller, de 65 años, no conciben pasarse al campo del adversario después de una lucha tan cruenta. "Me da vergüenza ver cómo han tratado a Hillary. Le han arrebatado la nominación sólo porque es mujer, y se la han puesto en las manos a un hombre, da igual que sea blanco o negro", explica, mientras exhibe un cartel en el que se lee: "En noviembre, votad en blanco".

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