Historia de un piano

La exploración del sonido del piano va unido a un nombre y a una marca: Steinway and Sons. Aquel instrumento parido por Bartolomeo Cristofori, que nació en Padua rondando la primera década del siglo XVIII, alcanzó con la saga del alemán Henry Steinway, emigrado a Estados Unidos, la plenitud. Este hombre fundamental en la historia de la música fabricó con sus hijos el piano moderno. Y desde entonces, ese artefacto, que desde siempre persiguió la utopía de convertirse en el instrumento total, fue abriéndose camino paso a paso hacia lo más alto.

Cuando los intérpretes y los compositores conocieron las perfecciones aplicadas por los Steinway, todo resultó mucho más fácil. Ahora, una inmensa colección, con veinte discos de diez pianistas históricos que han desarrollado su carrera acompañados de un piano de la marca, certifica el riquísimo universo de colores y sonidos salidos de sus tripas. De la audacia expansiva de Emil Gigels a la magia de Vladimir Horowitz; de la elegancia de Claudio Arrau a la ambiciosa imaginación de Maurizio Pollini o Benedetti Michelangeli, diez intérpretes fundamentales dan prueba de lo que da de sí un Steinway entre sus manos. La caja, diseñada con forma de piano y con discos de las marcas Deutsche Grammophon, Philips y Decca, es, además, un repaso a lo mejor del repertorio.

El pionero Steinway llegó a Nueva York en 1850 y tres años después ya fabricaba pianos. Le ayudaban sus hijos Henry y Charles, que introdujeron innovaciones técnicas en la disposición interna de las cuerdas por las que fueron premiados en 1859. Pero quien dio el impulso definitivo al Steinway como se le conoce hoy fue Theodore, que se unió a la familia más tarde.

El paso decisivo lo dieron al presentarlo en Europa. Los músicos y aficionados parisienses o vieneses no habían probado todavía el universo de aquella revolucionaria criatura. Por eso, la familia viajó con uno de ellos a París en 1867. Su presencia allí impactó tanto que cambió la historia del instrumento para siempre. Al viejo continente no le costó entonces admitir un invento que le proporcionaría el sonido del futuro aunque viniera de América. Lo mismo que hoy tampoco le hace ascos a los Yamaha que llegan de Japón. Los grandes no tardaron en adoptar un Steinway para trabajar a fondo. Lo adquirió Liszt, con todo el poder que aquello suponía. Si el intérprete más glamouroso del momento vestía un Steinway y explotaba sus posibilidades en los salones, nada se le podía poner por delante a aquella marca. Pero es que además de Liszt, los grandes compositores de la época comenzaron a crear sus obras sobre las teclas de uno de ellos: desde Wagner a Berlioz, Gounod o Saint- Saëns adoptaron el instrumento como base de trabajo, algo que después ocurriría en los teatros y auditorios más importantes.

De todas formas, han sido sin duda los pianistas que llegaron más tarde quienes han elevado los Steinway a lo más alto. Después de Liszt, Paderewski y Rubinstein cerraron el siglo XIX e inauguraron el XX unidos a la marca neoyorquina. La relación de un pianista con su instrumento es algo muy intenso. Franz Mohr, afinador de la casa Steinway, revela en su libro My life with the great pianist lo que estos pianos supusieron para personajes como Rubinstein, Horowitz o Cliburn.

La fuerza del mismo instrumento persiste en el siglo XXI: en la colección, además de los ya citados y otros como Martha Argerich, Mitsuko Uchida, Wilhelm Kempff, Alfred Brendel o Vladimir Ashkenazy, queda espacio para algunos de los jóvenes que representan el futuro del piano, siempre y cuando se trate de un Steinway. Es el caso de Hèlene Grimaud, Yundi Li o Lang Lang. Con ellos, continúa la leyenda de una marca hecha para grandes virtuosos. -

La caja Steinway Legends incluye 20 CDs de 10 pianistas.