_
_
_
_
_
OIGO LO QUE VEO | MÚSICA | Discos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Marcando diferencias

El nuevo director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona ha manifestado a este periódico para marcar las diferencias que le separan de su antecesor Borja-Villel, flamante director del Reina Sofía, que "a él le gustaba Schubert y a mí Joy Division". No haremos caso del tiempo pasado, pues aquí la forma no desmiente la intención, no niega que a quien le precediera le siga gustando Schubert ni deja de afirmar que a él le gusta Joy Division, pues si pensara en pretérito en ambos casos la frase carecería del sentido que le otorga la categoría de subtítulo de la entrevista de que se extrae. Sí hay, parece, como una afirmación implícita de que las cosas van a cambiar sostenida en lo muy actual del planteamiento comparativo que, en la línea de cierto pensamiento felizmente reinante, enfrenta a un clásico con la representación más acabada de la cultura que de verdad importa. Y, sin embargo, a pesar de la aparente audacia de la afirmación no parece que las cosas estén tan claras.

Para orientarme un poco he acudido a la literatura suscitada por el estupendo grupo de Macclesfield pero sin hallar -nótese que no añado, naturalmente- referencias a la música de Schubert, ni siquiera en el documentadísimo Joy Division and the making of unknown pleasures de Jake Kennedy (Unanimous, Londres, 2006), que empieza, por cierto, con una frase memorable, casi cortazariana: "Éste no es un libro sobre la muerte". Nada tampoco en el bastante trágico de Deborah Curtis, la viuda de Ian, alma del grupo, Touching from a distance (Faber&Faber, Londres, 1996), que daría lugar a la película Control, de Anton Corbijn. Acerca de Joy Division, silencio absoluto en la biografía de Schubert de Brigitte Massin (Turner, Madrid, 1991) y en Franz Schubert. The music and the man, de Brian Neuhold (University of California Press, 1999), por poner sólo un par de ejemplos.

Pero he aquí que Adrián de Alfonso dice en una página web dedicada a Joy Division: "Unknown pleasures es uno de los pocos discos de la historia en los que el rock, aun manteniéndose en su esencia, salta por encima de la línea del horizonte y se adelanta descaradamente al futuro". Es decir, exactamente lo que hizo Schubert, que también saltó esa línea aunque se adelantara al futuro sin descaro, pues como no tuvo un productor como Martin Hannet hubo de andar lampando entre los amigos para que le echaran una mano. Ian Kevin Curtis se suicidó a los 24 años y Franz Schubert murió a los 31, devorado por la sífilis y dejándonos, como el otro, en la duda de qué hubiera hecho de seguir vivo. Y su Viaje de invierno es tan duro como Wilderness, y va de lo mismo. Y de esa dureza podrían haber hablado los dos en un heurigen del Kahlenberg o en un pub de Old Trafford. La conclusión, pues, parece clara salvo nueva comparación de más fuste: la línea del MACBA no ha de cambiar en lo esencial. -

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_