Ofensas
Winston Churchill fue un narcisista cínico, incoherente e insoportable. A juzgar por lo que bebía, su vida adulta se desarrolló en una interminable borrachera. Fue también un gran líder y una de las personas más perspicaces de su época. A Churchill se le atribuyen cientos de frases lapidarias, de gran ayuda para el columnista perezoso. Como ésta: "La crítica puede no ser agradable, pero es necesaria; cumple la misma función que el dolor en el cuerpo humano: indica la existencia de una situación poco saludable".
Yo quería hablar de La Sexta y de sus conflictos con algunas organizaciones católicas. El Gran Wyoming, en El intermedio, suele meterse con los obispos. Jordi Évole, en su personaje de El Follonero, ha ido más allá de la crítica, y quizá de la sátira, y se ha cachondeado del catolicismo en el espacio Salvados por la iglesia. El Observatorio Antidifamación Religiosa exige a La Sexta que pida perdón por las ofensas cometidas y haga propósito de enmienda.
Suelo divertirme cuando El Gran Wyoming se pone estupendo con los curas. Me ha gustado mucho menos Salvados por la iglesia. Pero eso da igual. La cuestión consiste en si es lícito reírse de los curas, o incluso de las creencias religiosas ajenas. Y la respuesta obvia es afirmativa. Se puede hablar de mal gusto, si se quiere: hay gustos para todo. Cada uno puede considerar sagrado lo que le parezca: la Iglesia católica, la patria (lo dice La Marsellesa), la bandera, los parientes del Rey o un futbolista argentino. Lo sagrado es, por definición, irracional.
Los obispos españoles tienden a identificar, últimamente, mofa y persecución. Buena parte de la Iglesia se siente perseguida. El cardenal Rouco dijo el otro día que existía en la sociedad española "una fuerte tentación de declarar la muerte de Dios". No me parece que la existencia de Dios dependa de declaraciones. Rouco sabrá lo que dice. También sabrá que el término fanatismo procede del latín fanum, que significa templo.
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