Sillón para la siesta
Este sillón, que tiene su origen en los que se diseñaron para ir de camping en los años setenta, ha ido despojándose de elementos superfluos, como las aplicaciones decorativas en los apoyabrazos, para lograr la máxima depuración técnica y estética.
Y el mejor de los contextos para una costumbre tan española como la siesta a la fresca en el verano que se acerca. El cambio de posición no necesita de palancas o mecanismos especiales, sino que es su evolucionada geometría la que permite cambiar de una a otra de una forma muy intuitiva y fácil. Su estructura de acero y el asiento de un material especial, batyline, aguanta lo que le echen, incluido un buen chaparrón como los de esta primavera tan alterada. Además, es un mueble respetuoso con el medio ambiente. Precio: 158 euros.
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