"Sólo soy violento en la prosa"
Montero Glez (Madrid, 1965) busca frente a la playa de Chiclana (Cádiz) fogonazos de sol y se deleita escuchando a mujeres que cantan mientras tienden con la pinza en la boca. Es un fugitivo de su ciudad natal. Pero esa huida no le ha impedido volver a Madrid en su cuarta y galardonada novela, Pólvora negra (Planeta), con la que se ha llevado el Premio Azorín 2008. En ella sigue al joven anarquista Mateo Morral en los preparativos del atentado contra Alfonso XIII.
Pregunta. Usted llegó a Chiclana en busca de un anarquista que finalmente no está en su novela. ¿Qué pasó con Diego Rodríguez Barbosa?
Respuesta. Vine tras su pista. Sabía que Mateo Morral no había actuado solo. Busqué en los ficheros anarquistas y encontré a este chiclanero. Pensé en tomarme la licencia literaria de incluirle en el grupo de apoyo. Pero, gracias a Internet, descubrí al que se decía nieto de alguien que estuvo en el atentado de Mateo Morral. Pensé que era un loco. Pero luego comprobé que era cierto y la licencia literaria no fue necesaria.
"Yo soy anticapitalista. Y asumo la postura libertaria"
P. Profundizar en el anarquismo, ¿le ha servido para convencerse más?
R. Yo soy simpatizante del anarquismo. Y ponlo sin comillas. Pero además soy un disidente de la economía clásica. Yo soy anticapitalista. Y asumo la postura libertaria. Creo que no tendría por qué existir un Estado que nos tenga que administrar. Por eso soy anarquista y eso no tiene nada que ver con ir poniendo bombas por ahí.
P. ¿Es difícil escribir un libro sobre un atentado?
R. Una cosa es el terrorismo y otra es el atentado. Un atentado está de puta madre y no entro a moralizar si esa persona que lo recibe era estupenda con su familia. Lo que está de puta madre es la operación del atentado. Con esta novela he querido crear un debate sobre qué es terrorismo.
P. Después de novelas muy pegadas al presente, ¿cómo ha sido el viaje al pasado?
R. Ha sido muy bonito e intenso. Yo soy de Madrid pero es una ciudad con demasiados estímulos y poco intensos. Tuve que huir de esa realidad yendo al pasado.
P. ¿Dónde ha aprendido más? ¿En los archivos o en las tabernas?
R. Como se aprende es escuchando. Antes de hablar, hay que escuchar dos veces, como dice Galeano.
P. ¿Seguirá mucho tiempo en Chiclana?
R. Sí. Para mí toda Andalucía es un país. No he encontrado sitio más aparente donde vivir. Cuando voy a Madrid, a la semana me agobio. No hay viento, no hay olor a pescaíto frito, ni movimiento. Aquí hay vida. Allí todo son cadáveres. Gracias a la gente del Sur, he vuelto a tener fe en el ser humano. Me gusta un sitio donde ahora me llaman Primo Azorín. Eso mola.
P. ¿Se siente consagrado al publicar en una gran editorial?
R. He sido reacio a meterme en una editorial grande sin premio de por medio. Antes ya me había presentado a otros galardones. He tenido ofertas pero yo quería entrar por la puerta grande. Ahora ya estoy en el Carrefour y eso está bien porque uno escribe para ser leído. Siego siendo de culto pero con más capillitas.
P. Está entrenando para conseguir el cinturón negro de kárate. ¿Alguien debe temerle?
R. No. Es que me gusta el deporte. Siempre he sido canijo. Hago artes marciales pero no para defenderme ni atacar. He sido más receptor de violencia que emisor. Siempre he recibido muchos golpes. Lo último que haría sería pegarle a un crítico. Si me ponen a parir, siempre he intentado arreglarlo. He tenido fama. Pero sólo soy violento en la prosa.
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