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Vigo busca una imagen de marca para proyectar la ciudad al futuro

Club Financiero y alcaldía intentan fijar unas nuevas señas de identidad

Dos empresas especializadas en imagen y negocio están compitiendo para quedarse con el proyecto de la marca Vigo por encargo del Club Financiero (CFV) y, en esta primera fase, según esperan, con cargo al Ayuntamiento (unos 400.000 euros). A los socios del CFV no les complace la imagen que la ciudad proyecta afuera, creen que no se corresponde con la realidad, mucho más meritoria, y que esa pobre percepción desde el exterior conlleva un quebranto colectivo que ya es hora de atajar. Por eso buscan desesperadamente una marca que dé una imagen más certera de la ciudad. El alcalde, Abel Caballero, también piensa que Vigo ha estado demasiado tiempo entregado a inercias y abandono y, desde que entró en la política local, no para de proponer actuaciones emblemáticas que remocen su imagen con firmas de excelencia, como Jean Nouvel o Rafael Moneo.

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En la imagen moderna de Vigo, el olivo histórico ha mermado a tamaño de bonsái. No luce, pese a dar a la urbe su epíteto de olívica, casi bíblico y por eso extraño. A Coruña, Santiago o Lugo "tienen perfiles más definidos por ser capitales, con instituciones y administraciones que las ayudan a proyectarse al mundo. Aquí eso se ha descuidado", lamenta Jesús Bahíllo, vicepresidente del CFV y coordinador del proyecto de la marca Vigo, que se plantea ya con los agobios de la urgencia.

"¿Existe Vigo fuera de Vigo?" fue la cuestión angular a la que el CFV va propiciando respuestas desde hace un par de años que la formuló su anterior presidente, Juan Ramón Güell, y a la que han sumado sus aportaciones persoeiros vigueses de relieve como Paz Andrade, Javier Riera o José Luis Pego, además de las consultoras, entre las que Positioning Systems e Interbrand se disputan la final.

"Nadie sabe qué es Vigo", concluye Bahíllo, trascendiendo los primeros datos sobre su papel económico o demográfico. Lo dice, sobre todo, por la experiencia acumulada en el propio CFV con las visitas de empresarios y autoridades. "Todos se quedan a cuadros cuando les contamos lo que hay. Por eso hemos visto la necesidad de anticiparlo y reforzarlo con el valor intangible de una marca que dé la imagen real de ciudad".

El alcalde, Abel Caballero, escucha esos planteamientos por el respeto que merecen quienes los formulan, pero no compromete nada hasta comprobar algún resultado del proyecto. Los suyos van singularmente por la vía urbanística y arquitectónica, sin librarse de mermas, que cunden como un síndrome olívico.

Así sucede con el Auditorio, que ya tendría que lucir al menos su armazón. En 2006 se dio por resuelto. Había tardado en llegar, pero sería "el Guggenheim vigués", prometieron desde la promotora y el ayuntamiento, con un impacto dinamizador en Beiramar análogo al operado en la ría bilbaína por el famoso museo. Aún no comenzaron las obras y por el camino el proyecto ha empequeñecido: ya no se subraya su carácter emblemático, el edificio ha perdido altura, plazas de parking y hotel...

Cesar Portela, que ya firmó el Museo del Mar y el Verbum, está operando la rebaja del proyecto y de su anterior potencia iconográfica para la marca Vigo. Tampoco parece que vaya a compensar esa pérdida de empaque el vecino World Trade Center que Caballero promovió en su etapa portuaria y que no supera la fase de vistosa idea, sin firma de postín. La puso Jean Nouvel a la remodelación espectacular del área central del puerto, pero también empiezan a aceptarse reducciones en el proyecto como mal menor frente a la alternativa de llano descarte.

Lo último ha sido la visita de Rafael Moneo, a quien el alcalde propone remozar todo el ámbito del ayuntamiento en otra actuación simbólica, que incluye la construcción de una biblioteca en la Praza do Rei y la demolición, si así se estima, del actual edificio consistorial. Confirma, en todo caso, que el principal distintivo de la marca Vigo sea, hoy por hoy, su rasgo de proyecto.

En la primera fase

Positioning Systems e Interbrand, las dos consultoras que compiten por quedarse con el desarrollo de la marca Vigo (aún están en la primera de las cuatro fases de que consta el proyecto) coinciden en proponerse buscar la diferencia, los rasgos específicos de la ciudad, para proyectar su marca con técnicas de branding, una disciplina que combina la estrategia y análisis de la consultoría de negocios con el espíritu de marca y diseño, según explican.

El asunto promete, aunque las primeras declaraciones de principios escaman un poco: "Una ciudad o un país se deben analizar como una corporación empresarial", postula Raúl Perlaba, de Positioning Systems, para quien no hay duda de cuál es el problema de Vigo: "Parece menos de lo que es".

"La ciudad es una vasija que hay que llenar de contenido porque es una gran desconocida en España", apunta Gonzalo Bujó, de Interbrand, pese a reconocer que en Vigo hay "ingredientes claves para crear algo fantástico".

"Lo más importante para que el proyecto funcione", sostiene Bujó, "es tener una estrategia de negocio clara y vinculante entre el mundo de la empresa y el gobierno", y de momento, la hay. Así que la ciudad, asegura, está preparada para la misión.

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