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Reportaje:

"Valencia, metrópoli de la música"

Zubin Mehta, investido 'honoris causa' en presencia de la Reina Sofía

Corría el año 1986 y, a la vez que nacía el instituto Politécnico de Valencia, la Orquesta Filarmónica de Israel dirigida por un joven indio que había sido el "asistente" del director de la Real Filarmónica de Liverpool interpretaba el Réquiem de Verdi al aire libre, en la gran plaza ante la Iglesia del Nacimiento de Belén. "Miles de personas -judíos, cristianos y árabes- se conmovieron al unísono ante el oratorio más dramático de la historia de la música", recordó ayer en su laudatio Juan Bautista Peiró, padrino de la investidura del maestro Zubin Mehta (Bombay, 1936) como doctor "por causa de honor" por la Politécnica de Valencia. Un campus de referencia, que como destacó el rector Juan, Julià, "es actualmente la única universidad tecnológica española en el ranquin de las mejores del mundo".

Vestido con la toga blanca, que distingue a las artes, Mehta confesó: "Hoy, día feliz en que me convierto en doctor honoris causa de esta universidad, estoy convencido de mi acierto al confiar en un proyecto [el Palau de les Arts] que entonces, hace diez años, era el sueño y la ilusión de unos pocos". "Y hoy, el sueño de Zubin es el sueño de todos", remató el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, en presencia de la Reina Sofía, el arquitecto que diseñó el Palau de les Arts, Santiago Calatrava -"mi buen amigo"-, y la superintendente y directora artística, Helga Schmidt. Otra leal "colaboradora y amiga desde los años sesenta, cuando la conocí en Londres, en la Royal Opera House", relató el propio Mehta. "Desde entonces, hemos compartido hermosas experiencias artísticas y humanas que aquí revalidamos con el Fidelio que inauguró el Palau en octubre de 2006; y ahora con Turandot, que estrenamos esta misma tarde [por ayer] y con el Siegfried, en el que con tanta ilusión andamos enfrascados junto a la Fura dels Baus", afirmó el director de orquesta.

Otro sueño más inspirado en "el milenario Mare Nostrum, que a este lado de la orilla gestó un núcleo fundamental de cultura y arte", según la interpretación que hizo el maestro. Y que tiene su correlato en "una Valencia que es una metrópoli en desarrollo, y también, musicalmente". Una "metrópoli de la música" a la que regaló la única pieza compuesta por Mozart para un trío de cuerda, el Divertimento.

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