"Las tejas caían como nieve"
El día en que la tierra tembló, Li Ming se encontraba trabajando en una fábrica de sal en Beichuan, una población de 13.400 almas, situada a 160 kilómetros de Chengdu (capital de Sichuan), que quedó pulverizada por el seísmo. "Todo comenzó a moverse. Salimos corriendo del edificio y nos refugiamos junto a unos árboles. Pero se me vino un muro encima. Las tejas de los edificios caían como nieve, todo se llenó de polvo y no se veía nada", cuenta con la cabeza vendada.
Cuando cesó el temblor, Li fue a buscar a su familia, pero su casa ya no era más que ruinas. "De los siete miembros de mi familia, sólo quedamos tres", dice mientras las lágrimas afluyen a sus ojos. Aquella noche fue una auténtica pesadilla. "Los supervivientes se congregaron en la plaza. No había luz, y todo el mundo estaba aterrorizado. Las réplicas continuaban, y algunas casas seguían desplomándose. La primera ayuda no llegó hasta el día siguiente".
Él escapó sólo con una brecha en la cabeza y unos rasguños.
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