La leyenda inagotable

Pobres impresionistas! La leyenda de su visionaria revolución estética, el empecinamiento de sus propuestas a contracorriente del gusto de la época. El valor, y también el dolor, ante las burlas y furiosos ataques a sus obras. La vida de pobreza que soportaron, sin ceder a las demandas del arte más comercial o al desprecio de los académicos más conservadores, y el despiadado vuelco del destino que las convirtió años después en los tesoros más preciados del arte. Las estrellas de las subastas internacionales. Es el tipo de historia que no nos cansaremos de conocer.

Dos libros recientemente aparecidos refrescan los detalles de esa célebre injusticia histórica y pueden satisfacer las expectativas tanto de los que saben lo suficiente como de los que no la conozcan demasiado. Primero, la historia contada por uno de los protagonistas. Ambroise Vollard (18661939) fue un marchante de arte que supo ver tempranamente los valores de estos artistas y se arriesgó con ellos. Escuchando a Cézanne, Degas y Renoir es un libro apasionante. Vollard -que también fue galerista de Picasso- fue también un atento observador. En estas páginas transcribe con frecuencia diálogos completos con sus tres protagonistas. Se pueden leer, por momentos, como entrevistas íntimas con estos, por lo demás, evasivos personajes. Cézanne, por ejemplo, no permitía que nadie, ni sus más queridos parientes, le pusieran un dedo encima, según Vollard. Y Degas, al ser invitado a cenar, exigía que no hubiera ningún plato cocinado con mantequilla, ni flores sobre la mesa, que escondiera a su gato, que las damas no fueran perfumadas, que las luces fueran tenues y que la comida se sirviera a las siete y media en punto.

El marchante ofrece innumerables detalles de la vida y los acontecimientos que vivió en esa época. Pero si se quiere tener una visión más global, más completa y con más detalles aún, el trabajo de la británica Sue Roe es el aconsejado. Un excelente complemento. Su Vida privada de los impresionistas se lee como una novela. Reúne y organiza infinidad de datos de la época que un contemporáneo, como Vollard, daría por supuestos. Explica al lector actual cómo era el París de fines del XIX, desde el aspecto de sus calles y las costumbres de los habitantes hasta el momento político y social. Pero lo hace mientras cuenta en detalle cómo fueron llegando a la capital del arte, relacionándose, creciendo y hallando cada uno su particular lenguaje plástico, los protagonistas de ese movimiento llamado, a su pesar, impresionismo. Sobre todo, Roe saca a relucir los aspectos más humanos de esas historias y las ilumina, las revive.

¿Qué pasó después? Un tercer libro recientemente aparecido, aunque de naturaleza muy distinta, puede ayudar a vislumbrar algunas de las puertas que quedaron abiertas en el cambio de siglo, tras la aceptación del impresionismo. Lección de abismo. Nueve aproximaciones a Picasso, de Jean Clair, que dirigió el Museo Picasso de París y la Bienal de Venecia, autor polémico de varios ensayos, se sumerge en las motivaciones, personales y artísticas, que llevaron al pintor malagueño a crear un nuevo escándalo estético con Las señoritas de Avignon en 1907. Clair remueve ideas y acopla intuiciones. Sus ensayos sobre Klimt y Picasso, y el diálogo que propone entre Hockney y el autor del Guernica, contienen claves que sólo percibe un profundo conocedor de su obra. -

Escuchando a Cézanne, Degas y Renoir. Ambroise Vollard. Traducción de Isabel Margelí. Ariel. Barcelona, 2008. 348 páginas. 45,30 euros. Vida privada de los impresionistas. Sue Roe. Traducción de Bernardo Carrillo. Turner. Madrid, 2008. 396 páginas. 39 euros. Lección de abismo. Nueve aproximaciones a Picasso. Jean Clair. Traducción de Guillermo López Gallego. La Balsa de la Medusa. Madrid, 2008. 264 páginas. 29,30 euros.