"El arte que sólo maneja ideas aburre"
Aunque repasa su trayectoria durante los últimos quince años Jorge Macchi (Buenos Aires, 1963) prefiere calificar como monográfica y no como retrospectiva la muestra que ahora presenta en el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) de Santiago. Las piezas del artista argentino plantean siempre preguntas al espectador, aunque Macchi se esfuerza en dejar claro que no se considera un artista que trabaja en el terreno de las ideas sino que prefiere construir imágenes que pueden conducir al público a reconstruir zonas borrosas en su memoria. La emoción y la ironía son conceptos básicos a la hora de acercarse a su obra.
PREGUNTA. Se le define como un artista neoconceptual, pero ¿hasta qué punto puede permitirse hoy en día un artista reflejar ideas en sus obras?
"A veces creo que el arte contemporáneo está totalmente escindido del espectador y no le importa lo más mínimo"
RESPUESTA. Para mí el término neoconceptual es bastante conflictivo porque el conceptualismo subordina las ideas al aspecto formal, cuando en mi caso lo que ocurre es justamente lo contrario. No parto de ideas sino que lo hago de imágenes y con suerte éstas acaban provocando ideas en el espectador, pero mi mecanismo de funcionamiento es opuesto al del artista conceptual. En todo caso la influencia del arte conceptual en mi trabajo es tan fuerte como otras corrientes. Mis piezas no surgen de ideas sino de imágenes y de las conexiones creadas entre ellas. Es algo más emotivo que una relación entre ideas.
P. En sus obras trabaja con cosas cotidianas, pero que esconden siempre sorpresas para el espectador. ¿Qué busca con esto?
R. Cada artista busca su manera de crear con las cosas que vio, que pensó, con lo que aprende de otros artistas y no sé si crear algo nuevo permanentemente es algo que tenga ya mucha importancia, al menos para mí. En esta muestra hay trabajos con textos como Cuerpo sin vida donde lo que hice fue coleccionar noticias de periódico que tuviesen esa frase impresa. Después pegué sobre un papel los textos haciéndolos coincidir cuando se cita esa frase. Desde lejos parece un dibujo bello de una mariposa o un animal marino pero cuando uno se acerca se ve que es una línea de texto, y si se lee el texto aparece el horror. Puede ser que haya una idea detrás, pero lo que a mí me atrae es que esa idea no está definida. Lo que cuenta al crear la obra es la parte formal, el contraste entre la belleza del dibujo y lo terrorífico del texto. Me manejo a través de imágenes y espero que produzcan pensamientos en el espectador, pero no intento interpretar mis propios trabajos. Quiero que mis obras tengan peso visual, además de que el espectador pueda sacar ideas de lo que ve. En realidad, en muchos aspectos el arte contemporáneo me parece aburrido, sobre todo cuando sólo se manejan ideas y la parte sensorial se vuelve prescindible.
P. En sus obras aparece mucho el azar.
R. Puede decirse que en mi caso el azar surge por azar. No pretendo guiar los temas hacia los que me dirijo sino que el tema surja por la conjunción de diferentes líneas de trabajo, pero sin intención. Una de esas líneas es el azar. Siempre he tenido la sensación de que las cosas pueden cambiar en cualquier momento y tal vez eso se relacione con la realidad de Argentina donde todo cambia permanentemente y lo hace por una cuestión azarosa, por una especie de fatalidad, sin lógica. Por ejemplo, la pieza Vidas paralelas la forman dos vidrios rotos exactamente por los mismos sitios, lo que representa una suerte de azar extremo. Eso es el azar para mí, algo casi imposible y que sin embargo es. No tengo un plan de trabajo, los temas surgen espontáneamente. Puede parecer decepcionante, pero a mí me da sensación de tranquilidad porque eso demuestra que son auténticos.
P. El arte contemporáneo ha perdido en gran parte su carácter artesanal. Sin embargo, en sus piezas se percibe esa huella. ¿Le interesa la relación entre el artista y los materiales que maneja?
R. Me interesa sobre todo el aspecto formal. Si esto me lleva a hacer un trabajo artesanal, voy hacia eso y lo disfruto, pero muchas veces el aspecto formal no implica ese trabajo, como ocurre en los vídeos donde yo no manejo el aspecto artesanal porque lo hace otra persona. Me interesa acercar al espectador objetos o situaciones cotidianas y que exista una especie de subversión en la lógica de esos objetos o situaciones. El artista debe acercarse a la gente para que trate de entender algo de lo que ve ahí. A veces creo que el arte contemporáneo está totalmente escindido del espectador y no le importa lo más mínimo. A mí me importa.
P. ¿Qué influencia ha tenido su trayectoria vital en su obra?
R. Viví año y medio entre Inglaterra y Holanda y fue un periodo interesante porque me sirvió mucho para el futuro. Hasta ese viaje yo estaba en Buenos Aires y pensaba continuamente en irme a otro lugar, pero cuando volví estaba convencido de transformar esta ciudad en mi base. Esa vuelta coincide con el trabajo Buenos Aires Tour, una guía turística cuyos itinerarios están determinados por las líneas que marca un vidrio roto sobre el plano de la ciudad. En esas líneas se marcan puntos donde se acude a buscar información para armar un libro. Este proyecto no lo podría haber hecho en ningún otro lado, pero sí en esta ciudad que podía manejar incluso a través del azar, porque la conocía. Para mí no existen lugares ideales, lo importante es poner la energía suficiente en uno para convertirlo en un lugar propio.
Jorge Macchi. Anatomía de la melancolía. Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC). Santiago de Compostela. Hasta el 13 de julio.
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