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Thierry rompió la tregua y ordenó el atentado de la T-4 de Barajas

Luis R. Aizpeolea

A mediados de diciembre de 2006, el Gobierno y ETA celebraron en una localidad de Suiza una reunión en la que el propósito del Ejecutivo era salvar el proceso de final dialogado del terrorismo, que se encontraba al borde de la ruptura. La sorpresa de los representantes del Gobierno fue que el habitual interlocutor de ETA, Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, había sido sustituido por otro. Ese otro era un desconocido para los interlocutores habituales del Gobierno: Javier López Peña, Thierry.

El mal augurio que supuso para los representantes del Gobierno la presencia de López Peña en aquella reunión, se vio confirmado por su actitud altanera. Según fuentes de los asistentes a la reunión, López Peña cambió las reglas del juego por las que se habían guiado el Gobierno y ETA durante el proceso del final dialogado del terrorismo, según las cuales los asuntos políticos no se abordaban en ese foro, sino en la mesa de partidos.

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Pero López Peña exigió, en aquella reunión, una reforma de la Constitución para afrontar la cuestión de Navarra y el derecho a la autodeterminación, asunto este último que ni siquiera estaba contemplado en la hoja de ruta, previa al proceso que habían pactado Josu Ternera y Jesús Egiguren, en representación del Partido Socialista de Euskadi.

La representación gubernamental salió con la sospecha de que algo iba a suceder, pese a que los reunidos se comprometieron a continuar las reuniones en el mes de enero.

Aquel nuevo augurio pesimista se cumplió porque a los 15 días, el 30 de diciembre, ETA colocaba una bomba en la T-4 de Barajas, y con ella rompía de hecho el proceso de final dialogado del terrorismo. López Peña volvió a reaparecer en el último encuentro, ya in extremis, que ETA mantuvo con el Gobierno, a mediados de mayo de 2007, sólo quince días antes de que la banda terrorista rompiera oficialmente la tregua. La orden del atentado de la T-4, según todas las fuentes, fue de Thierry.

La aparición de López Peña como dirigente de ETA sorprendió a muchos de sus antiguos compañeros. Procedente de ETA Político Militar, su primera acción conocida fue su participación en el frustrado asalto a la cárcel de Basauri (Vizcaya), para liberar a varios presos de ETA entre los que se encontraba el dirigente de Batasuna Arnaldo Otegui, que representó a la izquierda abertzale en el proceso de final dialogado del terrorismo, y que hoy se encuentra encarcelado en la cárcel de Martutene (San Sebastián).

El papel de López Peña, de 49 años, en ETA ha sido siempre discreto, el clásico de un cuadro medio. Durante algún tiempo estuvo huido en América y más tarde se le situó en el aparato logístico de la banda. Sin embargo, en la actualidad está considerado uno de los más duros de la banda y estaba dispuesto a un nuevo y largo periodo de violencia.

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