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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pieza de arte en vivo

No es usual, y sí en realidad extraordinario, que una coreografía de danza teatral española cumpla 25 años manteniéndose en el repertorio. Es el caso de esta Carmen, en la que el paso del tiempo ha dejado un poso asegurado en sus valores.

La compañía reconstituida por la Fundación Antonio Gades bailó con entrega y dando algunos toques distintos en cuanto al estilo; probablemente en otros tiempos había un perfume más sutil, menos desgarrado. Porque, sobre todo, hay que citar que existe un estilo Gades, una manera de afrontar el grupo, el drama y el desarrollo de los bailes muy suyo. En Carmen hay una línea de continuidad muy fuerte con lo que ya había hecho el coreógrafo en Bodas de sangre, explotando con inteligencia ciertos hallazgos que facilitan la lectura dramática, lo que aún podemos identificar años después en su última pieza, Fuenteovejuna.

La escena sobre la corrida de toros es un trozo magistral de ironía y ritmo

La escena de pantomima sobre la corrida de toros con sus pases, banderillas, puntillazo y estoque simulado sigue siendo un trozo magistral de ironía y ritmo, al que se contrasta con la aparición del torero "en serio", encarnado muy noblemente por Primitivo Daza. También Adrián Galia hace un Don José donde se nota el estudio de los perfiles y acentos inigualables de Gades. Galia hace discretamente una apoyatura en el reflejo de aquél, busca entroncar con siluetas, cabezas y manos que eran sello personal del de Elda. Joaquín Mulero, en el marido, se mostró concentrado y severo. Stella Arauzo, que hace con ésta una de sus últimas apariciones como Carmen (se despedirá del papel en el teatro de La Maestranza de Sevilla, próximamente), se sabe el papel al dedillo y lo sobreactúa en busca de un equilibrio. Esto no siempre funciona. Con todo, supera con bastante tesón la asunción de un protagónico con el que ya ha cumplido con creces sobre las tablas.

Una emotiva gala precedida de un breve documental con escenas de la película, fotos (especialmente entrañables las de la jota o como El Espectro de El amor brujo en la Scala de Milán), y ocasión para revivir detalles como el que empiece con la clase (reverencia a la profesión, a la escuela) y que ensalce los genuinos valores de una manera de hacer teatro de danza; gala de 25 años de una pieza que en sus principios no fue del todo entendida en España en su estreno (Santander, en La Porticada, en agosto de 1983, y en el Monumental de Madrid, en marzo de 1984).

Entonces los críticos y puristas del sector dudaron, y es que el arte coréutico necesita del tiempo, que puede ser a la vez su aliado y su enemigo. En este caso, Carmen demuestra ser una pieza de arte vivo.

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