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Tentaciones

EL SISTEMA SLIMANE

1. Padrinos y vecinos. Si alguien ha confiado desde el principio en Hedi Slimane han sido las fuerzas vivas de la industria. Su desfile de debut en Dior tuvo lugar al día siguiente del estreno de Tom Ford en Yves Saint Laurent. Su antiguo jefe, que había pasado de acudir al de Ford, estuvo en primera fila. Es lo más

parecido a un corte de mangas que se puede hacer sin perder la compostura

fashion. Otro entusiasta seguidor ha sido Karl Lagerfeld. El alemán le publica libros y alimenta el rumor de que perdió la mitad de su peso para embutirse en sus trajes vistiéndose religiosamente con su ropa.

2. Más estrecho, por favor. Es la venganza de un chaval escuálido. Un tío que, al crecer, se da cuenta de que ser flaco no es una desgracia y que puede convertirse en una virtud. Sobre todo si le toca vivir en la era de los cuerpos como alfileres. Se puede dudar si es el padre de los trajes ajustados o si antes fue Raf Simons o Helmut Lang. Pero convertirlos en un éxito de ventas fue cosa suya. A partir de 2004, jóvenes y mayores de medio mundo abrazaron con fervor la silueta escurrida. Y decidieron que las americanas, convenientemente ajustadas, ya no eran algo que pasa sólo en las bodas.

3. Cuestión de sexos. Si se considera que Bowie es una referencia fundamental en el universo Slimane, no es de extrañar que éste sea andrógino. Chicos que parecen chicas y chicas que parecen chicos. Un gusto por la ambigüedad que la industria ha adoptado en la última década y que es evidente en lo que a los y las modelos respecta. No ha diseñado para mujeres, pero éstas siempre se han puesto su ropa. Le encantaría hacer ropa para chicas y es una idea con la que coquetea desde hace tiempo. De hecho, cuando dejó Yves Saint Laurent, en 1999, ya recibió varias ofertas Incluso, desde el propio grupo Gucci.

4. Formalidad erótica. En los últimos años en Dior, el estilo de Slimane se refinó. Tras el bombazo que supusieron sus colecciones rock, que le daban una vuelta al concepto college y abundaban en vaqueros y zapatillas exquisitamente destrozados, volvió a la estética sofisticada de sus inicios en Yves Saint Laurent. Lazos, satenes, capas y una vocación geométrica mucho más radical definieron su trabajo a partir de 2006. La inspiración se alejó de los conciertos sudorosos para irse al siglo XIX, y todo se volvió más pulido y gótico. Se podría argumentar que es igualmente vampírico.

5. En la estantería. El frenético ritmo de producción de Slimane también deja rastro impreso. En 2002 publicó Intermission, un libro de artista en colaboración con la feria Pitti Uomo, de Florencia. Cuando abandonó Yves Saint Laurent aceptó una invitación del instituto Kunst-Werke que cristalizó en un segundo libro que retrataba la crudeza del carácter berlinés. Le siguió Stage, un estudio de la mitología que rodea a un concierto de rock y del cambio que opera en un músico un segundo antes de salir al escenario, y London birth of a cult, dedicado a Pete Doherty. A ellos se suma ahora Rock diary. Que nadie dude que habrá más.

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