Las universidades reciben con alivio el relevo de Emilio Barberá
Los rectores esperan que el cambio ayude a reconducir la política del Consell
Las universidades públicas recibieron ayer con alivio la noticia de la dimisión de Emilio Barberá del cargo de secretario autonómico de Universidad y Ciencia. Barberá fue forzado a retirarse el miércoles, después de que se hiciera público que compaginaba su puesto oficial con negocios privados relacionados con su ámbito de decisión, lo que violaba la ley 53/1984 que regula los conflictos de intereses en la Administración. Se trataba de una incompatibilidad "de libro", admitieron fuentes del Gobierno valenciano. Se trataba, además, de una incompatibilidad muy mal disimulada: Internet está repleto de huellas que conducen a las pruebas que guarda el Registro Mercantil.
Sin entrar en las causas alegadas por Barberá para tratar de justificar su marcha, los cinco rectores manifestaron su confianza en que la nueva etapa discurra sin el clima de enfrentamiento que ha caracterizado la que acaba de terminar. Destacaron también, sin embargo, que el nuevo tiempo será mejor sólo "si el cambio de personas supone también un cambio de política respecto a las universidades públicas", en palabras del rector de la Universitat de València, Francisco Tomás.
El más duro con la gestión de Barberá fue el rector de la Jaume I, Francisco Toledo: "Creo que con su marcha se acaba la campaña de desprestigio contra la universidad pública desde la Conselleria [de Educación]". Las reiteradas críticas del ex secretario autonómico hacia los dirigentes académicos y los universitarios en general "nos hirieron", añadió Toledo, presidente de turno de la Asociación de Universidades Públicas Valenciana, "y crearon un clima de desconfianza total".
"A nadie le gusta que le digan que lo hace mal", apuntó Jesús Rodríguez Marín, rector de la Miguel Hernández de Elche, "sobre todo cuando se tiene la conciencia tranquila porque las cosas se han hecho, al menos, aceptablemente bien".
Su colega de la Universidad de Alicante, Ignacio Jiménez Raneda, confió en que el perfil de la nueva secretaria autonómica, María Amparo Camarero, una universitaria en activo, permita "una interrelación más sencilla, y una mayor sensibilidad para resolver los problemas reales de las universidades".
"La expectativa que se abre es que la nueva etapa sea mejor que la anterior, que no puede calificarse de exitosa", concluyó el rector de la Universidad Politécnica de Valencia, Juan Juliá.
La nueva secretaria autonómica de Universidades tiene mucho trabajo por delante. El primer asunto es la financiación. Pero los dirigentes universitarios comentan que lo que caracteriza la gestión de Barberá es la ausencia de gestión. Se ha avanzado poco o nada en el proceso de convergencia europea, la ordenación de estudios universitarios (la distribución de las nuevas carreras entre las universidades), o los programas de investigación. Hallar una solución rápida para ir devolviendo a la deuda gigante que la Generalitat mantiene con las universidades es "urgente", apuntan los rectores. Pero "más importante" todavía es acordar el nuevo sistema de financiación que, en principio, debería arrancar en 2009. Todo ello servirá para comprobar si el problema eran las personas, o las políticas que les mandaban ejecutar.
Perfil técnico y trayectoria solvente
Las cinco universidades públicas dieron ayer la bienvenida a la nueva secretaria autonómica, María Amparo Camarero, catedrática y directora del departamento de Economía Aplicada en la Universidad Jaume I de Castellón, provincia de la que es natural el consejero de Educación, Alejandro Font de Mora. Camarero, cuyo nombramiento como catedrática fue publicado en el BOE en enero de 2007, es licenciada (con premio extraordinario) y doctora por la Universitat de València.
Camarero no tiene experiencia política, ni se conoce su afiliación a ningún partido. Su contacto directo con la vida universitaria y su currículo (catedrática Jean Monnet desde el año 2000, estancias de estudios en Brujas, Nottingham y Pensilvania, periodo de docencia en el extranjero y una estimable producción investigadora) "solvente", fue destacado por los dirigentes universitarios como un buen punto de partida para su nuevo cargo.
Queda por conocer, sin embargo, su capacidad de gestión al frente de una secretaría autonómica que, dada las dimensiones de la Consejería de Educación, funciona en la práctica como un departamento de universidades y ciencia.
Su nombramiento podría interpretarse como un movimiento de acercamiento hacia las universidades públicas por parte del Consell, dada su procedencia (y, en un segundo plano, la de su marido, catedrático de la Universitat de València), tras una etapa en la que las relaciones han sido complicadas. Aunque estos dos últimos datos también pueden ser accidentales.
La Federación de Enseñanza de UGT, confió en que Camarero afronte el cargo "con un nuevo talante para escuchar las necesidades de la universidad" y de su personal.
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