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¿Qué pasa con las nucleares?

En la reunión de la Comisión de Política Social del Congreso de los Diputados, el 12 de febrero de 2002, quien suscribe citaba este párrafo de la memoria justificativa de los Presupuestos que firmaba el ministro Rato: "Otra circunstancia significativa ha sido el establecimiento de un nuevo marco de regulación del sector eléctrico. Este marco puede afectar potencialmente a la seguridad de las centrales (nucleares) en la medida en que se traduzca en una limitación de inversiones y actuaciones necesarias para su mantenimiento". Y yo añadía: "El hecho más preocupante es el constante descenso de las plantillas que se ha producido en los últimos tiempos".

En 2005, a raíz del accidente que obligó a cerrar seis meses la central de Vandellòs, el Consejo de Seguridad Nuclear identificaba nueve causas. Entre ellas, la "primacía de la producción frente a la seguridad y el arranque de la central sin los análisis de seguridad adecuados". Se destituyó a los directivos locales.

Tenemos mucho camino por recorrer en el terreno del ahorro, investigación y renovables

Hace unas semanas hemos conocido, también a través de Greenpeace y con nuevas destituciones, otro accidente que sucedió hace meses. Nada menos que la liberación de partículas radioactivas al exterior y el transporte de chatarra contaminada durante 60 kilómetros por nuestras carreteras.

Y acabamos de saber que el propio CSN reconoce que la central manipuló los mecanismos de control para aparentar una menor contaminación radioactiva. Con ello no sólo ocultan información a los ciudadanos, sino que también la falsean.

En 1989, el incendio en Vandellòs I que acabó con el cierre de la central también produjo ceses de ingenieros. En Tarragona ya reaccionamos con hilaridad ante la repetida respuesta de las empresas: minimización del caso y ceses.

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Pero el problema es el que avanzó el ministro de Economía Rodrigo Rato hace seis años: no se adoptan las medidas necesarias. Y no se adoptarán mientras los máximos responsables de Endesa e Iberdrola en el caso de Ascó y Vandellòs -a quienes nunca ni la justicia ni la prensa interpelan- no se vean presionados. Si se accede a las páginas de la Red de esas empresas, no hay rastro de su relación con las nucleares y sí beatíficas apelaciones a su trayectoria ejemplar por un medio ambiente mejor. Y en la de ANAV (Asociación Nuclear Ascó Vandellòs), si no se anda ágil, se pierde uno los escasos tres segundos del logo de las empresas madre.

Si esos dirigentes supieran que todo lo relevante que sucede en una nuclear se va a conocer y la sociedad les va a exigir su responsabilidad a ellos y no a sus directivos locales, se preocuparían de tomar las medidas necesarias y de supeditar -ahí está la madre del cordero- el beneficio empresarial a la seguridad.

Porque el debate sobre la energía nuclear es, tras la seguridad, el de los costes. En la edición de mayo de The Nation, disponible en la Red, Christian Parenti explica cómo las ayudas multimillonarias de la administración de Bush a la industria nuclear no acaban de arrancar su supuesto renacer tras la última planta licenciada en Estados Unidos -TVA's Watts Bar 1-, cuya construcción comenzó en el ya lejano 1973.

Encontrar emplazamientos socialmente asumidos y los ingentes costes financieros, entre otros múltiples problemas (hasta 12 millones de dólares para generar un megavatio), han hecho exclamar a Arjun Makhijani, del Institute for Energy and Environmental Resarch: "A Wall Street no le gusta la energía nuclear". Y el Gobierno de la Generalitat de la pasada legislatura aprobó el vigente Plan de Energía de Cataluña 2006-2015, que prevé prescindir de la energía nuclear en Cataluña a partir de 2022.

Para los asustadizos diremos que tenemos mucho camino por recorrer en el terreno del ahorro, la eficiencia, la investigación y las renovables. España es excedentaria en energía eléctrica desde hace cuatro años y para 2020 habremos triplicado nuestros 15.000 megavatios eólicos (es decir, el equivalente a cuatro nucleares reales), 3.000 de ellos en Cataluña, donde andamos con mucho retraso.

En definitiva, más responsabilidad en la gestión de las nucleares y compromiso por un mundo diferente donde es posible vivir más tranquilos, con menos riesgos y de forma más sostenible.

Xavier Sabaté i Ibarz es delegado de la Generalitat en Tarragona.

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