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Necrológica:EN MEMORIA DE JUAN MUÑOZ
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

El analista digno, discreto y solidario

Éramos tres. La primavera de 1997 se llevó a Santiago Roldán con apenas 59 años; esta de 2008 nos acaba de dejar sin Juan Muñoz, con poco más de setenta cumplidos. Los tres firmamos, entre 1967 y 1975, centenares de artículos de divulgación y no pocos trabajos académicos bajo el seudónimo colectivo Arturo López Muñoz.

Aquéllos comenzaron a aparecer en las páginas del semanario Triunfo -de hecho, fue Eduardo G. Rico, su redactor jefe, quien puso nombre a la firma conjunta-, y un poco después también en el mensual Cuadernos para el Diálogo y más esporádicamente en el diario Madrid; casi no fallamos ninguna semana en ese empeño de hacer responsable divulgación de cuestiones económicas durante ocho años. Las colaboraciones de corte más académico aparecieron en Revista de Trabajo y Moneda y Crédito, entre otras publicaciones especializadas.

Si Santiago, siempre extravertido, ejercía de líder y aportaba la cobertura técnica que requerían los distintos análisis de la realidad económica, Juan, más reservado y procedente de la Sección de Políticas de la vieja Facultad unitaria de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid, incorporaba un punto de reflexión en aquellos trabajos que habían de hacerse en horas veinticuatro. Castellano viejo, Juan era siempre partidario del matiz y de cierta contención expresiva.

El matiz y la eficaz contención expresiva que se puede apreciar en cada una de sus obras mayores: El poder de la banca en España (1970), El fracaso de la burgesía financiera catalana. La crisis del Banco de Barcelona (1988) e Involución y autarquía. La economía española entre 1890 y 1914 (2002), títulos que hacen de Juan Muñoz un eminente estudioso del sistema bancario español de la primera mitad del siglo XX. El más competente y tenaz, sin duda alguna, en el desvelamiento de las relaciones entre los centros de poder bancario y económico de esa época.

Desde la primera mitad de los años setenta, en la España de la libertad recobrada, primaron ya las obligaciones particulares en la trayectoria profesional de cada uno, dentro y fuera de la Universidad, espaciando los encuentros de los tres coautores de tantas páginas compartidas. Pero Juan mantuvo siempre abierta su disposición a buscar oportunidades de colaboración desde la misma actitud reflexiva y comprometida que tanto coadyuvó a lo que juntos hicimos.

Rara vez el velo de la muerte no se levanta temprano. Lo demuestra también el caso de Juan Muñoz, que no cedió nunca un ápice de interés por su país y por las gentes que quería. Yo lo recuerdo ahora como aquel hombre joven, de ilusionada mirada, que un día luminoso, en el atrio de una hermosa iglesia románica de su Segovia natal, se recubrió ágilmente con una elegante capa castellana al salir de la ceremonia de su boda.

Ése ha sido el hombre que ha hecho su camino con la dignidad, la discreción y el sentido de solidaridad de los mejores.

Descanse en paz.

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