Sloan, el alma de los Jazz
El veterano entrenador ha logrado reinventar al equipo de Utah, en el que lleva 20 años
Lo cuentan allegados de la figura más legendaria en la NBA. Los labios de Red Auerbach, mientras daba cuenta de uno de los humeantes puros que se fumaba sin necesitar la excusa de haber ganado algunos de los 16 títulos de la NBA que se adjudicó con los Celtcis, pronunciaron su legado. "Mi heredero es Jerry Sloan". No se equivocó. El entrenador de los Jazz, a sus 66 años, continúa en la cresta de la ola. Ni su edad, ni las limitaciones de la franquicia de una ciudad remota y con un clima tan duro como Utah, le han impedido reinventar el maravilloso equipo que formó en la década de los noventa, el de Stockton y Malone, el que llegó a la final de la NBA en 1997 y 1998, el que sólo los Bulls de Michael Jordan pudieron parar. Paciencia, fidelidad, sabiduría, oficio, motivación. Ése es Sloan, el hombre que dirige a los Jazz desde hace 20 años, un hecho inédito en los cuatro deportes mayores en Estados Unidos (baloncesto, fútbol americano, hockey hielo y béisbol), el quinto entrenador en la historia de la NBA que suma más de mil triunfos (1.089 por 717 derrotas), junto a Lenny Wilkens, Don Nelson, Larry Brown y Pat Riley.
"Basa su baloncesto en imponer su voluntad a la de su rival", dice su ayudante
Todo sobre los Utah Jazz |
Su vida está marcada por algunas tragedias como el accidente de avión en el que, en diciembre de 1977, perdieron la vida los 29 componentes del equipo de la Universidad de Evansville, donde se formó y a la que fugazmente dirigió, la muerte de su padre cuando él tenía cuatro años o el fallecimiento de su primera esposa en 2004. "Son lecciones que te da la vida", dice. Las consignas que imparte desde el banquillo son aparentemente básicas. "Lo más importante es intentar ganar cada día. Lo único que nos falta es un anillo", les machaca a sus jugadores. "Para él, el baloncesto se resume en imponer su voluntad sobre los demás ajustando el juego del rival a su filosofía", desvela su ayudante Phil Johnson. Posee el don de la persuasión. "El entrenador nos dijo que nos quería en perfecta forma física al regreso de las vacaciones", declara Deron Williams, que perdió seis kilos y se ha convertido en uno de los bases más destacados del campeonato. Es una de las piedras angulares del equipo junto a Carlos Boozer.
Muy mejorado después de los problemas de salud que sufrió durante sus dos primeros años en Utah, el fortachón pívot se las está haciendo pasar canutas a Pau Gasol. Socarrón y locuaz, Sloan es capaz de enviar mensajes demoledores: "Lo positivo de Paul (Millsap, el tercer pívot del equipo), es que Dios le dio dos orejas y las utiliza. Muchos jugadores tienen dos bocas. Cuando tienes una boca y dos orejas es más fácil escuchar y aprender". Le gusta controlar a los jugadores y, en las giras, suele pasar revista por teléfono para controlar si están en sus habitaciones a las doce de la noche. En casa, no es necesario tanto control dada la dureza del clima y la idiosincrasia de la ciudad, en la que más de la mitad de sus 2,5 millones de habitantes son mormones. Muchos jugadores son reacios a recalar allí. Uno de ellos, en 2001, fue el base español Raúl López. "Es una ciudad muy tranquila, un buen sitio para vivir, pero el clima es duro, nieva y hace frío. La gente no sale mucho de casa. No existe el hábito de pasear y sólo te encuentras con gente en los centros comerciales", cuenta el jugador del Real Madrid.
Sloan destacó durante once temporadas como jugador de la NBA, en las filas de Chicago y Baltimore, fue dos veces all-star (1967 y 1969) y fue apodado The Original Bull, el toro original, cuando fue elegido en el draft de 1966. Tuvo que retirarse a causa de una lesión en una rodilla. "Aquello me enseñó que no puedes conseguir todo lo que quieres. Hubiera jugado siempre. Me encanta jugar. Me encanta entrenarme", afirma. "Muchos dicen que intento que mis jugadores jueguen como yo. Nunca he esperado eso. Tenía la habilidad de rebotear y hacer cosas, era un jugador correoso. Si hubiera elegido anotar, nunca habríamos ganado nada".
Casado por segunda vez hace dos años, tiene tres hijos y nueve nietos. Su pasatiempo preferido es restaurar viejos tractores. Los mima, los cuida. Conoce todos los recovecos de su mecánica, su potencia, su comportamiento brillante, siempre y cuando su puesta a punto sea correcta. Es como un equipo de baloncesto, como los Jazz.
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