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Reportaje:

Disney descubre la tercera dimensión

El grupo apuesta por las películas de animación en 3D a los dos años de absorber a Pixar

Ni siquiera los ratones Mickey o los patos Donald que daban la bienvenida a la junta de accionistas lograban aliviar hace cuatro años la tensión en la junta de accionistas de Walt Disney. Por aquel entonces, el nieto del fundador, Roy Disney, abanderaba un grupo de oposición al primer ejecutivo, Michael Eisner. La junta se convirtió en una moción de censura en toda regla en la que los accionistas minoritarios vitorearon a los disidentes.

El presidente de Disney capeó el temporal, pero poco después anunció su retirada. Eisner mantenía malas relaciones con Steve Jobs, el jefe de Apple y a la vez primer accionista de Pixar. Esa falta de química había provocado la ruptura de una alianza muy fructífera, pues Pixar se había convertido en la productora de algunos de los mayores éxitos de Disney, como Toy Story o Buscando a Nemo. El relevo de Eisner al frente de Disney supuso un giro de 180 grados en las relaciones entre ambas compañías. El nuevo ejecutivo, Robert Iger, lo tenía claro: "La animación es y será el alma y el corazón de Disney", aseguraba a los inversores al poco de asumir el cargo. Dicho y hecho. En 2006, Disney acordaba la compra de de Pixar por 7.400 millones de dólares (algo más de 6.000 millones de euros al cambio e entonces) en acciones.

El filme de Hannah Montana en tres dimensiones arrasó en taquilla
El nuevo formato es una receta contra la piratería y el éxodo de espectadores La compra de Pixar inspira también nuevas atracciones en los parques

Esta semana se han cumplido dos años desde el cierre de la operación. Y ha llegado la hora de rendir cuentas. La unión de fuerzas entre la histórica compañía y el más exitoso de los nuevos entrantes se dejará sentir al menos hasta el 2012 con una ambiciosa cartelera que incluye 10 nuevos largometrajes y el deseo de recuperar el puesto como indiscutible rey de la animación.

"Cuando se cumple el 80º aniversario de Mickey Mouse, con el que todo comenzó para nosotros, nos parece especialmente apropiado compartir nuestros planes para el futuro de la animación", afirmó este mes en Nueva York Dick Cook, al frente de los estudios Disney, durante la presentación más extensa de este estudio en lo que a animación se refiere.

Una presentación que incluye seis largometrajes de Pixar, desde la sutileza futurista y romántica de Wall-E, que se estrenará en España el próximo 6 de agosto, hasta la confirmación de dos esperados títulos: Toy Story 3, previsto en EEUU para el 18 de junio de 2010, y Cars 2, para verano de 2012. Esta última abre una nueva franquicia para Pixar con una cinta quizá no tan popular en taquilla como las aventuras de Woody y Buzz Lightyear pero una mina de oro en lo que a juguetes se refiere, además de la "niña bonita" de John Lasseter, fundador de Pixar y ahora también director creativo de los estudios Disney.

"La dirección de John Lasseter y Ed Catmull (ex presidente de Pixar) ha devuelto a los estudios Disney a los niveles más altos de creatividad, renovando nuestra dedicación a la animación como forma artística", reconoció Cook. Falta les hacía. Si los estudios Disney fueron los reyes de la animación hace ocho décadas con el estreno de Steamboat Willie o hace mucho menos con estrenos como La bella y la bestia en esa segunda edad dorada de la animación, en la última década este estudio pionero ha tenido que compartir el pastel quedándose a la zaga tanto en sus historias como en sus técnicas animadas, en especial de la animación por ordenador.

Cosas del pasado. Empezando este mismo año, los estudios Disney quieren volver a ser pioneros en el campo de la tecnología y a partir de Bolt, la historia de un perro que se cree poseedor de superpoderes, todos sus filmes animados serán tridimensionales.

Disney ya ha tenido anteriormente algunas incursiones en el cine en tres dimensiones, pero sólo recientemente ha empezado a apostar de lleno por este formato. En un tiempo en que los estrenos cinematográficos están a veces disponibles en internet antes que en las salas de cine, la versión en tres dimensiones se convierte en una barrera contra el pirateo. La experiencia tridimensional en una sala de cine tampoco es replicable del mismo modo desde el salón de casa.

Disney no camina a ciegas. Hace un año comprobó que la versión tridimensional de Descubriendo a los Robinsons era hasta un 66% más taquillera por sala que la convencional, pese a que ni una ni otra desatasen pasiones. Además, cada vez más empresarios de exhibición han ido adaptando sus salas al nuevo formato. Para ellos quizá sea también una cuestión de supervivencia. Las películas 3D permiten a las salas cobrar más por entrada, pero, sobre todo, pueden frenar el aparentemente imparable éxodo de público.

Por si quedaba alguna duda sobre el prometedor futuro de la tercera dimensión, Hannah Montana se encargó de desejarlo. La película Hannah Montana y Miley Cyrus: best of both worlds concert se convirtió en febrero pasado en el estreno más taquillero del fin de semana de la Super Bowl, aunque buena parte del mérito corresponda al tirón de la joven estrella adolescente. La película se estrenó en una red de 683 salas en tres dimensiones a un precio de unos 15 dólares la entrada, casi el doble de la media de una entrda convencional. Arrasó. Con un coste de producción de sólo 7 millones de dólares (era el resumen cinematográfico de la gira de conciertos del año pasado de Hannah Montana), recaudó unos 70 millones de dólares (unos 45 millones de euros). Disney ha decidido repetir la experiencia con la gira del grupo Jonas Brothers.

El fenómeno se retroalimenta. Cuantas más salas 3D disponibles, más posibilidades de rentabilizar una gran producción y cuantas más películas taquilleras usen ese formato, más rentables serán las salas. En 1950 el cine mudo estaba obsoleto; en 2000 las películas en blanco y negro eran reducto estilítico de arte y ensayo; tal vez en 2050 las películas en dos dimensiones sean una reliquia del pasado.

La tercera dimensión ofrece otro pequeño filón: la reconversión de películas exitosas al nuevo formato. Disney va a probar también ese modelo, pues lanzará en 3D las dos primeras entregas de Toy Story, que calentarán además el lanzamiento de la tercera.

Dentro del nuevo pacto de animación con Pixar, a los estudios Disney les tocará bailar con la más fea con tan sólo cuatro estrenos en cartel frente a los seis de Pixar. Una lista que además incluye proyectos dudosos como Rapunzel, cuento popular que lleva años en desarrollo bajo la dirección de Glen Keane sin que por el momento tenga resultados visibles aunque ya cuenta con fecha de estreno para Navidades del 2010; The Princess and the Frog, una vuelta al campo que Disney conoce mejor, el área de la animación tradicional y de los musicales que igual que les trajo la gloria les llevó al fracaso y que se estrenará en Navidades de 2009, y el propio Bolt, filme durante años conocido como American Dog hasta que Lasseter tiró la historia abajo para empezar de nuevo en esta nueva era. El cuarto estreno animado de Disney es King of the Elves, basado en la historia del mismo título de Phillip K. Dick y con su estreno previsto para 2012 que comienza su andadura desmintiendo rumores: Ni Orlando Bloom ni Johnny Depp forman parte de su reparto.

Bajo el sello Pixar están también la tragicomedia Up (que pese a los rumores no tiene ninguna conexión con El Quijote); la parodia romántica Newt, centrada en las aventuras nada amorosas de dos tritones en peligro de extinción, y la primera historia de princesas de este estudio, The Bear and the Bow. En total un cartel extenso sobre el que Lasseter no escatimó alabanzas y con el que prometió devolver al público a ese lugar que lleva en la sangre. "Un lugar en el que la audiencia no puede pensar en otra cosa desde el momento en el que se apagan las luces", resumió de un sentimiento que desde luego no abrazó a los que se aventuraron a ver recientes productos Disney como Descubriendo a los Robinsons.

Para Disney las películas son sólo parte de su negocio. Los estudios representaron poco más de la quinta parte de los 35.510 millones de dólares (unos 23.000 millones de euros) que facturó el grupo en su último ejercicio, cerrado en septiembre de 2007. Pero sus producciones no sólo son la base de la programación de sus redes y canales de televisión por cable, sino que también alimentan sus parques temáticos y las ventas de productos. En eso, la compra de Pixar también ha sido un éxito. Atracciones como El viaje en submarino de Buscando a Nemo, Toy Story Mania o la recreación de Radiador Springs. el pueblo donde transcurre la acción en Cars, son la prueba de ello. -

Sede central de Disney en Burbank (California).
Sede central de Disney en Burbank (California).AP

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