"Lo último que tuvo en sus manos"

Para algunos, es un lugar maldito. Otros han vuelto, año tras año, a depositar flores en la puerta del albergue. También hay quien sube al paraje, a 800 metros de altitud, en fechas señaladas, como los cumpleaños. Y alguno tuvo que volver ayer al almacén en el que, en la tarde del 6 de febrero de 2005, esperó el cuerpo de su hijo, que nunca llegó. Después de más de tres años, familiares de las víctimas del albergue de La Todolella pudieron recoger ayer las pertenencias de algunos de los 18 fallecidos a causa de la inhalación de monóxido de carbono procedente de una estufa industrial que instalaron al no funcionar la calefacción del establecimiento. Murieron 11 hombres y siete mujeres, de entre 17 y 44 años. "Eran 18 personas, no 18 conejos", se lamentaba ayer Clementina, madre de una de las fallecidas.

"Me encuentro aún más vacía porque no hay nada de lo que me faltaba"

El reencuentro con los enseres de sus hijos fue un nuevo golpe para los familiares. "Fue lo último que tuvo en sus manos", dijo Javier Menero cuando recuperó la guitarra de su hijo. "Estoy peor todavía, porque ahora sí que me lo creo que de verdad", sollozó Charo, la madre de otro joven.

Los objetos que este tiempo han permanecido en el albergue, precintado por orden judicial, pertenecían, fundamentalmente, al grupo de música que acudió a amenizar la fatídica fiesta de cumpleaños. Dos guitarras, un bajo, varios amplificadores, micrófonos, una mesa de mezclas... Sin embargo, los familiares habían echado de menos, también, otras cosas que en su momento no les fueron entregadas. Zapatillas, sacos de dormir, mantas, chaquetas..., cosas sin valor económico pero cargadas de valor sentimental. "Me encuentro aún más vacía porque no hay nada de lo que me faltaba". Puri perdió a su hija en aquella fiesta y confiaba en arrancar de aquel lugar las pocas cosas materiales que pudieran quedar de ella. Sin embargo, solo se llevó un papel que dice: "Ninguno de los objetos del inventario son reconocidos como propios". La justificación: "Dicen que se han podido perder en el traslado del albergue a aquí", explicó con rabia.

Y es que, al contrario de lo que habían solicitado los familiares, los objetos no se depositaron en "sede judicial", como ocurre en otras ocasiones, sino que el juzgado designó al Ayuntamiento de La Todolella, propietario del albergue y señalado por los familiares como responsable del suceso, como encargado de recoger los enseres en el establecimiento y devolverlos a los familiares de sus propietarios. "Hubiese sido un buen momento para que el alcalde diese la cara, pero dicen que no está", recriminó Josefa. "Yo creo que donde tiene que decir la verdad es en el juzgado y no aquí, que yo no quiero verlo", apostilló Clementina.

El caso del albergue de La Todolella estaba archivado aunque pendiente del recurso que los familiares presentaron ante la Audiencia. "La justicia la tiene quien la paga", fue una de las pocas cosas que pudo decir el hermano del cantante de aquel grupo que acudió a su última actuación.