Burt Glinn, el fotógrafo que reflejó la entrada de Castro en La Habana
Burt Glinn, que a través de la fotografía se convirtió en uno de los mejores cronistas de la guerra fría, falleció el pasado 9 de abril en Southampton (Nueva York) a los 82 años a causa de una neumonía. Este fotógrafo nacido en Pittsburgh fue uno de los primeros estadounidenses que se unieron a la agencia Magnum, esa cooperativa de fotógrafos creada por Robert Capa y Henri Cartier-Bresson en 1947 y de la que Glinn llegó a ser presidente en dos ocasiones.
Estudiante de literatura e historia en la Universidad de Harvard, mostró desde joven un fuerte interés por la fotografía, que aprendió de forma autodidacta. Su primer trabajo fue en la revista Life como asistente de otros fotógrafos, pero enseguida se hizo un nombre gracias a imágenes tomadas por iniciativa personal y que ya forman parte de la iconografía del siglo XX.
La Nochevieja de 1958 tomó un avión rumbo a Cuba para documentar la llegada de Fidel Castro a La Habana y su toma de poder. Recientemente publicó el libro Habana: el momento revolucionario, con fotografías tomadas entonces y otras en el 40º aniversario de la revolución. Entre sus imágenes más celebradas destaca también una de Nikita Jruschov en Washington DC en 1959, de espaldas, mirando hacia el monumento en memoria de Abraham Lincoln.
Trabajó para diversas revistas, entre ellas Holiday, para la que realizó viajes por países como Japón y la Unión Soviética, de los que supo atrapar el espíritu con imágenes que trascienden la fotografía de viajes y son casi retratos de países. Ése fue el título que le dio a dos de sus libros más celebrados, Un retrato de todos los rusos y Un retrato de Japón, publicados en 1967 y 1968, respectivamente, que reflejan su fuerte pasión por la antropología.
