Veneno en el aguijón
Elaborada a partir de metáforas sencillas, a ratos obvias e ilustrativas pero siempre escénicamente eficaces, Insected, la nueva pieza que ha montado Tony Fabre para la compañía junior de Nacho Duato, de la que es también director artístico, habla sin embargo de temas trascendentes como los caminos de la vida, la pérdida de la inocencia, las buenas influencias y en especial, las malas, de la toma de decisiones que cambian la vida y en última instancia, del tránsito hacia la madurez.
Describe el paso de un ser de naturaleza inocente por caminos peligrosos, casi tenebrosos. Arranca, cómo no, en el punto cero de la inocencia total, en el de la pureza del recién llegado y, a modo de reptiles e insectos contaminantes y alienados, pululan por su mundo los que ya tienen más tiempo en él, han tomado partido y le incitan, queriendo clavar en su piel el aguijón de las tentaciones. El coreógrafo es generoso en ofrecer lecturas alrededor de su metáfora y van desde las más previsibles como esos zumbidos de mosquito que inician el certero collage sonoro, en el que no faltan exóticos cantos africanos, hasta sugerentes imágenes como esos bailarines que reptan por todo el espacio como si se tratase de una macabra invasión. En ciertos momentos, toda esta semipenumbra con bichos que salen por todas partes y acosan al transeúnte de la vida, conecta con las soluciones visuales del cine de aventuras, sensación que se acentúa con el humor sutil pero decidido de la propuesta. Pero a menudo, Fabre se aleja peligrosamente de este ingenioso marco conceptual que ha creado para dejarse seducir por la danza pura, por los pas de deux y dos largos cuartetos, uno masculino y otro femenino, ambos de impecable ejecución, donde el baile mismo reclama y absorbe todo el protagonismo, lo que crea un injusto desbalance en una propuesta que tiene apenas media hora para explicarse.
Insected
Compañía Nacional de Danza 2. Insected (Tony Fabre, estreno); Gnawa y Without Words (Nacho Duato). Teatro de Madrid. 4 de mayo de 2008.
Describe el paso de un ser de naturaleza inocente por caminos peligrosos
Dos contrastadas piezas de otros tiempos de Nacho Duato cerraron la velada. Gnawa, originalmente un encargo para la Hubbart Street Dance Chicago en 2005, supone una vuelta del coreógrafo a su etapa mediterránea de los noventa, esas obras de tonos ocres que eran celebraciones a la tierra y cantos a la naturaleza. Desbordante de energía, su tono es coral y su gesto ritual. Flujos y reflujos de bailarines entran y salen en una dinámica hipnótica, colorida y exaltada que conduce hacia su emocionante final. Pero ahí donde Gnawa es pura celebración telúrica. Without Words, que cerró el programa, es puro lirismo que no habla más que del arte y goce de bailar y ver bailar. Es una pieza perfecta para entender las inquietudes estrictamente coreográficas que han movido a Nacho Duato en su trayectoria y un ejemplo notable de la manera en que el coreógrafo acostumbra a transcribir a los códigos de su danza las complejidades de la música. En este caso, Schubert encuentra una perfecta contrapartida coreográfica a su delicadeza y elegancia, a su bella melancolía. Sucesión encadenada de duetos, tríos y trabajos grupales, la pieza, con trajes discretos, casi invisibles, y apenas unas diapositivas sobre fondo negro, delega toda la responsabilidad en los bailarines de la CND2 que, a pesar de ser tan jóvenes, han sabido llevar en sus cuerpos no solamente las exigencias técnicas, que no son pocas, sino también las emotividades y sentimientos de esta obra difícil, de pausado y plácido transcurrir.
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