Güiza se cuela en la fiesta
San Mamés se vuelca con Gurpegui, pero se rinde al ariete del Mallorca
Realmente, sobre el césped, el partido le interesaba especialmente a dos futbolistas. Uno, Gurpegui, que volvía a su casa, arropado por 40.000 almas que le recibieron con una pasión inusitada. El otro, Dani Güiza, el delantero enrachado, que busca el pichichi, quién sabe si la Eurocopa, quién sabe si un fichaje estrella al término de la temporada. Y quiso el destino que ambos jugaran frente a frente, es decir, Gurpegui de central y Güiza de delantero centro y que Gurpegui casi, casi, le marcara al hombre. Demasiada desigualdad. Oponer a un delantero en vena de gol, que se decía antiguamente, a un central habilitado que lleva dos años sin jugar, es de una desproporción tremenda. Güiza marcó dos goles, remató un par de veces más, incordió cuando quiso (tampoco quiso incordiar mucho), se enfadó cuando le pareció (por la falta de balones al área) y se marchó encantado como pichichi del fútbol español. Gurpegui se fue encantado del recibimiento y de su regreso a la catedral, que sin opciones de nada, se llenó para verle a él.
ATHLETIC 1 MALLORCA 2
Athletic: Armando; Iraola, Gurpegui, Amorebieta, Del Horno; Susaeta (Aduriz, m. 74), Javi Martínez, Garmendia (Murillo, m. 64), Gabilondo; Yeste (Etxeberria, m. 53) y Llorente
Mallorca: Moyá; Molinero, David Navarro, Nunes, Fernando Navarro; Arango, Basinas, Borja Valero, Varela (Gonzalo Castro, m. 92); Webó (Ibagaza, m. 62) y Güiza (Ramis, m. 78).
Goles: 0-1. M. 2. Güiza. 1-1. M. 8. Llorente. 1-2. M. 70. Güiza.
Arbitro: Ayza Gómez. Amonestó a Garmendia, Llorente y Valero.
Casi 40.000 espectadores en San Mamés. Antes del partido, la afición homenajeó a Gurpegui en su regreso a la Catedral tras su sanción de dos años por dopaje.
De no haber sido así, la bronca que se hubiera llevado el Athletic en la segunda mitad por su apatía, por su desorden, por su falta de ambición, por sus errores, por su falta de remate, por sus fallos defensivos, hubiera sido monumental.
Pero la gente sólo tenía ojos para Gurpegui, que a los tres minutos le regaló un gol, por desubicación defensiva, a Güiza. El chico lo agradeció, controló con la puntera, dio un pasito y marcó. Gurpegui no pudo llegar. Nadie dijo, obviamente, nada.
Tenía entonces ganas el Athletic y respondió casi a la primera de cambio. Achuchaba por la banda de Del Horno (Susaeta, en el otro lado, no tuvo un día para recordar) y en un saque de esquina, Llorente, tras una pantalla de Gurpegui, cabeceó a la red. Aquí, la colaboración de Moyà fue inestimable.
Y ahí se acabó el Athletic y parecía que el partido, porque al Mallorca no le daba ni por rezongar ni por desmelenarse. Pero tan fácil se lo puso el Athletic, con un Javi Martínez que dio síntomas de cansancio y un Garmendia desafortunadísimo (el medio centro jamás será su lugar), que al Mallorca le costó poco disfrutar de una tarde de primavera calurosa con el balón en los pies. En una de estas, una peinada hacia atrás en el área resulta que la aprovechó solo, al borde del gol, un tal Güiza, al parecer un desconocido para la defensa rojiblanca de la que sólo se salvó el de siempre: un imponente Amorebieta.
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