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Reportaje:

El séptimo arte como árbol genealógico

Una historia del cine en forma de puzle. Ése era el sueño inicial que la serie Cinéastes de notre temps, nacida en 1964 -y rebautizada Cinéma, de notre temps en 1989, cuando fue resucitada por la cadena ARTE-, quería hacer realidad a través de su colección de entrevistas con los más destacados directores del séptimo arte. El crítico André S. Labarthe y Janine Bazin, viuda del fundador de Cahiers du Cinéma, André Bazin, no tardaron en darse cuenta de que lo que habían puesto en marcha era otra cosa: no tanto una historia fragmentaria del cine como el registro de los vínculos de parentesco que dan fuerza y sentido a la gran familia del cine; en suma, una red de miradas de reconocimiento, un juego de espejos entre entrevistadores y entrevistados en forma de casi inagotable tesoro cinéfilo.

La serie abrió fuego con un documental sobre Luis Buñuel y, paso a paso, fue construyendo un archivo de referencia
Supone un perfecto testimonio de la lucidez y la tendencia a las apuestas de riesgo del crítico André S. Labarthe

La edición en DVD, por parte del sello Intermedio, de tres cofres de la serie Cine, de nuestro tiempo -que reúnen en total 12 documentales centrados en cineastas tan diversos como Norman McLaren, Andrei Tarkovski, Abel Ferrara, Ken Loach, Aki Kaurismäki y Abbas Kiarostami, entre otros- permite entrar en contacto con las peculiares estrategias narrativas de un proyecto que surgió con el propósito de trasladar al lenguaje televisivo el formato de entrevistas en profundidad de Cahiers du Cinéma, pero acabó acuñando un (poliforme) estilo propio. En Cine, de nuestro tiempo cada director es entrevistado por otro cineasta que reconoce en su objeto de estudio una de sus fuentes de influencia. Intermedio añade un nuevo nivel al juego: jóvenes cineastas españoles como Isaki Lacuesta, Albert Serra, Gonzalo de Lucas o Aitor Marcos, entre otros, añaden, en el apartado de los extras, cortometrajes de creación que, de manera más o menos explícita, revelan afinidades con los universos y estéticas de los creadores analizados.

Como cuenta Labarthe en una entrevista incluida en el segundo cofre, las primeras entregas de la serie revelaron que una conversación filmada abría un horizonte de posibilidades inexistente en el soporte escrito. Si los críticos de Cahiers podían seleccionar, redondear y construir el discurso final a la hora de volcar las declaraciones de cada entrevistado en papel, la cámara se convertía en testimonio de todo lo que un texto omitía: silencios, miradas, tics, detalles aparentemente irrelevantes que, de repente, se convertían en trazos esenciales en la construcción de una identidad. Cada entrega de Cine, de nuestro tiempo trasciende los parámetros convencionales de la entrevista televisiva para articular un retrato en primera persona, que, casi siempre, reproduce o mimetiza las formas del universo cinematográfico de cada uno de los objetos de estudio. El entrevistador siempre es invisible. "El enemigo siempre es la intención" diría en una ocasión Labarthe. El sentido de la puesta en escena de cada una de las entregas de la serie estaba, pues, orientado a eliminar cualquier rastro de la intención y de las ideas preconcebidas que traía consigo el realizador de cada documental: lo importante es lo que sucedía ante la cámara, las injerencias del azar, todo aquello que, en suma, no estaba en el guión y completaba, redefinía o sugería perspectivas no previstas en la ejecución de cada retrato.

La serie abrió fuego con un documental sobre Luis Buñuel -cineasta que tuvo en Labarthe a uno de sus principales valedores- y, paso a paso, fue construyendo un archivo de referencia para todo cinéfilo en el que hubo cabida para encuentros realmente gloriosos, como el retrato en tres entregas que Jacques Rivette dedicó a Jean Renoir -con una impagable conversación entre el director de La regla del juego (1939) y el actor Michel Simon- o el intenso diálogo que mantuvieron Fritz Lang y Jean-Luc Godard ante el objetivo de André S. Labarthe. A pesar de que entre la nómina de realizadores se encuentran nombres tan relevantes como Eric Rohmer, Claire Denis, Olivier Assayas, Pedro Costa y Chantal Ackerman, el corpus de Cine, de nuestro tiempo supone un perfecto testimonio de la lucidez y la tendencia a las apuestas de riesgo del propio Labarthe, corredor de fondo de la nouvelle vague que siempre entendió la crítica cinematográfica como oficio tentacular, capaz de enriquecer su discurso con referencias al psicoanálisis, la literatura y otros territorios de la cultura contemporánea. Es significativo, por ejemplo, que fuera el propio Labarthe quien firmase las dos entregas de Cine, de nuestro tiempo dedicadas a Jerry Lewis, a quien los miembros de Cahiers siempre vieron como autor en mayúsculas, en una decisión tan controvertida como, años antes, había sido su reivindicación de directores como John Ford, Howard Hawks o Raoul Walsh.

Los doce documentales editados ahora en nuestro país son tan ricos en alicientes que hacen lamentar al aficionado la imposibilidad de una edición integral de la serie: Intermedio sólo ha podido recopilar los trabajos sin problemas de derechos en el territorio español. El conjunto se mueve entre el repaso más o menos cronológico y didáctico de una carrera y sus logros (Norman McLaren) y el retrato libérrimo donde el cineasta parece estar encarnando su propio mito: es el caso, por ejemplo, de la deriva errática y neurótica de un (casi) enajenado Abel Ferrara por un Nueva York nocturno ("Os preguntaréis cuándo hacemos las películas o escribimos los guiones. Tenemos a otros que lo hacen por nosotros. Nuestro trabajo es salir en busca de experiencias", afirma el director de Teniente corrupto, 1992) o las gélidas estampas que transforman a Aki Kaurismäki en personaje inconfundiblemente kaurismakiano. Destacan, no obstante, dos piezas mayores: Un día en la vida de Andrei Arsenevich, el elegiaco homenaje de Chris Marker a Andrei Tarkovski, y Danièlle Huillet. Jean-Marie Straub, cineastas, del portugués Pedro Costa, que recoge al matrimonio de cineastas frente a la mesa de montaje mientras daban forma a Sicilia! (1999), entre tensas (y algo cómicas) discusiones de pareja y digresiones que van desvelando su insular poética del cine. -

Cine, de nuestro tiempo. Cofre 1: Kiarostami, Imamura, Garrel, Tarkovski. Cofre 2: Dardenne, Kaurismäki, McLaren, Straub y Huillet. Cofre 3: Ferrara, Loach, Rouch, Iosseliani. Cuatro DVD cada uno. Intermedio.

De arriba abajo y de izquierda a derecha, los directores de cine Jean Renoir, John Ford, Andréi Tarkovski y Abel Ferrara.
De arriba abajo y de izquierda a derecha, los directores de cine Jean Renoir, John Ford, Andréi Tarkovski y Abel Ferrara.

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