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Reportaje:

Del Estado a las televisiones

Un libro analiza el papel de los productores en la historia del cine español y su relación con el poder

Rocío García

"La producción cinematográfica española se ha movido en constante equilibrio entre los dos polos de las subvenciones del Estado y el mercado". "El productor se ha relacionado siempre bien con los círculos del poder económico y político, tanto durante el franquismo como en la democracia". "Ahora el audiovisual español está en manos de las televisiones". "Nunca la industria cinematográfica ha contado con una financiación privada tan fuerte como ahora; otra cosa es lo que se produce". Éstas son algunas de las conclusiones a las que los críticos y estudiosos del cine Esteve Riambau y Casimiro Torreiro han llegado tras siete años de investigación exhaustiva sobre los productores de cine, uno de los pilares claves de la industria audiovisual, y que han reunido en el libro Productores en el cine español. Estado, dependencias y mercado, editado por Cátedra y la Filmoteca Española.

Ninguna empresa española ha sobrevivido a su propietario fundador

La producción en España ha estado marcada de manera decisiva por los avatares políticos y legislativos. Siguiendo estos cánones, se ha subdivido la historia de la producción en este minucioso libro de consulta de cerca de 1.000 páginas. Riambau y Torreiro han rastreado la figura de unos 400 nombres propios, creadores de casi un millar de empresas y de 9.000 largometrajes, pero sin entrar en el contenido de los distintos títulos. Lo han hecho comenzando la investigación con los datos oficiales disponibles. No ha sido tarea fácil. "El cine español es un cine tutelado por el Estado, y como tal hemos tenido que buscar las fuentes de la verdad oficial en los archivos estatales. A partir de ahí hemos tratado de ir desmontando la verdad cuando no era tal verdad", asegura Torreiro.

El libro desmonta algunos mitos que han rodeado a este sector, como que el cine durante la Segunda República Española fuera potente -"la industria en esa época era totalmente limitada, otra cosa es qué hubiera pasado si no hubiera estallado la Guerra Civil", explica Riambau-, y analiza las dependencias a las que han tenido que hacer frente estos empresarios, como la censura franquista, la distribución y, más recientemente, la aparición del poder de las cadenas de televisión.

También llegan a importantes conclusiones: los productores del cine mudo desaparecieron sin ninguna continuidad con el sonoro y ninguna empresa española ha sobrevivido a su propietario fundador. Es el caso, por ejemplo, del gran empresario Cesáreo González (1903-1968), nacido al amparo del franquismo y que realizó un cine volcado en el público, con Lola Flores, Sara Montiel, Joselito o Marisol como grandes bazas recaudadoras. Ahora, la figura del productor, a semejanza de lo que ocurre en Europa, es más un gestor del capital que una persona que arriesgue su dinero propio. "Antes se arriesgaba más", dice Torreiro. "Sin el tutelaje del Estado no existiría cine español, aunque es verdad que hoy son más importantes los derechos de antena de las cadenas que las ayudas estatales".

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