Primavera 'electrónica'
El festival Springdome atrae a 5.000 personas en su estreno
Nació para ocupar el vacío de eventos masivos de música electrónica en la agenda catalana de primavera... y lo consiguió. El nuevo Springdome Festival, que empezó el miércoles por la tarde y se alargó hasta el amanecer en L'Hospitalet de Llobregat, consiguió reunir a 5.000 personas, que casi llenaron el aforo del Complejo Deportivo Hospitalet Norte que acogía la fiesta. Con 80.000 euros de presupuesto, los asistentes disfrutaron de 30 actuaciones animadas por 20 bailarines.
Aunque el promotor del evento, Oriol Carrió, teme que "con los festivales pase como con la construcción", la burbuja de la música electrónica no sólo no pinchó en L'Hospitalet, sino que ha dado alas a la promotora Bside para "ir a más" y repetir el año que viene. Con algunas mejoras, eso sí. Los pantalones cortos y las sandalias resultaron un anticipo demasiado optimista del verano en la última noche del mes de abril.
La desolación de las pistas de baile a las ocho de la tarde, momento en el que se abrieron las puertas, demostró que "es imposible copiar los horarios europeos" en un país mediterráneo, en palabras de Carrió. Pero fue un susto pasajero. Como era de esperar, la noche empezó a calentarse a partir de la una de la madrugada al son del barcelonés DJ Oliver, una referente habitual en Ibiza, que pinchó envuelto en un delirio infernal de fuego, humo, destellos compulsivos de luz blanca y bailes espasmódicos.
Un público joven, en su mayoría de entre 19 y 21 años, confirmó las expectativas del promotor de atraer gente "más discotequera y menos alternativa" a un evento con vocación de ser "un espectáculo de gran formato, más allá de la música".
La voluntad del Springdome de desmarcarse de otros festivales musicales se tradujo en una apuesta por la fantasía y el erotismo. Hadas con gafas y varitas de luz multicolores revolotearon entre los cuerpos convulsos que copaban la pista y zancudos envueltos en trajes de licra de estampados psicodélicos se pasearon entre la multitud como fugados de un sueño.
Aunque para quitar el sueño, las (y los) gogós que hicieron las delicias de los jóvenes parapetados a pie de escenario, móvil y cámara de fotos en mano.
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