De dónde viene el mal
Un año más nuestro masoquismo grupal nos lleva a celebrar la derrota del 25 de abril. Aun a sabiendas, a estas alturas de la jugada, de que los males que hoy nos afligen no proceden ya tanto de Almansa como de otros puntos mucho más cercanos (plazas tomadas, es cierto, a través de las urnas, como si ese método de acceso legitimara cualquier tropelía posterior)
Y una vez más, la lengua como protagonista principal, que no otra es la amalgama que cohesiona la convocatoria de hoy en Alicante, donde hace tiempo censuraron las emisiones de TV3 pero que sigue teniendo a Franco como hijo adoptivo (Sant Joan ya no, felicidades).
Además del rebullir de la naturaleza, algo de bueno nos trae cada primavera: las Ferias del Libro y las Trobades per la Llengua. Cuentan las crónicas que Escola Valenciana ha tendido la mano a la Generalitat, vergonzosamente al margen, cuando no en contra, desde que el PP instaurara su dominio. Y también que el conseller Font de Mora parece haber aceptado el envite en sede parlamentaria. Ya se ha tardado en reconocer un fenómeno cívico cultural considerado único en Europa, que moviliza a centenares de centros educativos y centenares de miles de personas.
También esta primavera Escola clama por la enseñanza pero también por el uso social del valenciano, 25 años después de la aprobación de la ley. Me cuenta Pascual Requena que ha pedido información al Ayuntamiento del cap i casal por si hubiera puesto en marcha algunas de las obligaciones asumidas en el Reglamento de normalización aprobado hace tres años y que debe entrar en vigor el 14 de mayo: convertir el valenciano en lengua usual de la Administración Local a través del personal y sus escritos, crear un gabinete lingüístico, subvencionar actividades de fomento, utilizarlo en los medios de comunicación municipales, topónimos, carteles y rótulos... Preguntas, en fin, certeras pero en el fondo retóricas, porque aunque el Ayuntamiento no se ha tomado la molestia de contestar todo el mundo sabe que la respuesta es: nada de nada (En fin, como concluía Burguera al recibir el Premio Vicent Ventura, que paciencia y que habrá que seguir luchando)
Estas desidias no dejan de contrastar con lo fervientemente autonomistas, "identitarios" y reivindicativos que se han vuelto los gobernantes conservadores que ahora culpan a "Madrid" (desde que no es "su" Madrid) de todos nuestros "males": de la protección de El Saler, del mal uso del agua... y de poner obstáculos a la recuperación de parte del derecho foral. Lo que no dicen es que la que acaba de frenar el Constitucional, tras recurso del gobierno central, es justamente una norma medieval que perjudica a las mujeres por convertir el régimen económico matrimonial en separación de bienes tratando como si fueran iguales a personas que en la realidad y por desgracia todavía no lo son.
PD. Leo con alegría que aumentan las denuncias por violencia de género. Leo con decepción que el 80% de las llamadas al 016 son errores, bromas o amenazas. Tremendo.
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