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Reportaje:33ª jornada de Liga

Un artista "en caída libre"

Reyes, que ha generado 44 millones en tres traspasos, muestra su peor versión en el Atlético

Diego Torres

Hace tres años, el seleccionador español, Luis Aragonés, escandalizó a medio mundo en una grabación en la que aparecía animando a José Antonio Reyes a sentirse superior a Thierry Henry, a la sazón compañero suyo en el Arsenal: "Vaya y dígale a ese negro de mierda: 'yo, soy mejor que usted".

Lo que no sabía Luis era que Reyes, delantero del Atlético, que recibe hoy al Betis (20.00, PPV), es insensible a ese tipo de estímulos. La idea de que el individuo debe sentir una obligación ante el contenido de su actividad escapa a su comprensión. Nacido en Utrera, en el seno de una familia con profundas raíces rurales, Reyes no fue educado en la ética social de la civilización capitalista. Dueño de una rara sensibilidad competitiva, el chico sólo captó la ramificación hedonista del discurso de Luis. Al llegar a Londres se enamoró del coche de Henry.

"Si no reacciona, se irá al Almería y luego al Pájara Playas", dicen en el club
"No ha marcado en 25 partidos de Liga y la hinchada le ha declarado la guerra"

Los coches siempre obsesionaron a Reyes. Pero aquel Mercedes SLR McLaren, inspirado en la fórmula 1, le pareció irresistible. El pasado noviembre pagó 550.000 euros por el mismo modelo. En España sólo hay 18.

"Las llantas no sé cuánto me costaron", explicó la semana pasada, ante su adquisición, en el aparcamiento del Cerro del Espino. "Pero se parecen a las turbinas de un avión. Y los asientos son de fórmula 1". Sentado en la cabina, al mando del volante con cambios digitales, al delantero del Atlético sólo le faltaba el casco de Hamilton. Parecía completamente satisfecho. El momento le inspiró a reflexionar sobre la filosofía existencial del futbolista medio. "¡Yo vivo!", dijo. "Hay que vivir. Pero no soy el único. Al final todos viven, aunque no lo parezca. Raúl también vive. Y yo... yo no me puedo quejar".

La historia de Reyes es lo que Hollywood llamaría una road movie. Una película de viajes, desencuentros y coches. Reyes tiene 14. Los ha coleccionado a lo largo de una de las carreras más espectaculares jamás registradas en el fútbol español. Desde su debut, en el año 2000, ha firmado tres traspasos multimillonarios. Del Sevilla al Arsenal, 24 millones; del Arsenal al Madrid, nueve; y del Madrid al Atlético, 11. En total: un récord. A sus 25 años, es el primer jugador español por el que han pagado 44 millones de euros.

"¿Ha pensado que ningún jugador en España reúne sus condiciones? ¿Qué le pasa que no irá a la Eurocopa?". Al oír la pregunta, sonríe mostrando una hilera de dientes asombrosamente perfecta. "¡No!", dice, meneando la cabeza como un crío avergonzado. "¡Ellos también son muy buenos!". Fuerte, veloz, hábil, desequilibrante y goleador, al verle en las categorías inferiores del Sevilla, los entrenadores suspiraban. Wenger le siguió durante meses antes de llevarle a Londres con 20 años. El verano pasado, el dueño del Atlético, Miguel Ángel Gil, le fichó emocionado ante su potencial. "Antonio es uno de los mejores jugadores españoles, por técnica y condiciones físicas", dijo Javier Aguirre, su entrenador. Lo que no sabían ni Gil, ni Aguirre, es que Reyes es un artista decidido a gozar de su fortuna sin permitir que el deber de producción le arruine un buen día. Con el Atlético ha mostrado su peor versión. No ha marcado ni un solo gol en 25 partidos de Liga. La hinchada le ha declarado la guerra. En el Manzanares escuchan ofertas.

"Da la impresión de que está en caída libre", dicen fuentes con responsabilidad en la estrategia del Atlético. "No se sabe si es que pasa de todo porque todo le da igual, o es que algo lo atormenta. Nadie lo sabe, y él tampoco. Es un enigma. Pero debe reaccionar. Si no, mañana jugará en el Almería y pasado en el Pájara Playas".

"Le falta alguien que lo oriente", lamentan en el Atlético. En el Madrid, hace un año, pensaban lo mismo. Un alto cargo del club se llevó las manos a la cabeza cuando se enteró de que la familia de Reyes había ido a verle a Santander, en un partido de la selección, para terminar durmiendo en la playa. La matriarca, Mari, pidió precio en el hotel Santemar. Como la habitación costaba 200 euros decidió pasar la noche en el coche, aparcado en El Sardinero. El padre, la madre, el hermano y la novia. Como en una película de carretera. Pero en un automóvil de colección.

Reyes, en el calentamiento del pasado Madrid-Atlético.
Reyes, en el calentamiento del pasado Madrid-Atlético.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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