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Reportaje:MAYO 68 | Libros

Un movimiento colectivo, anónimo, subterráneo

José Andrés Rojo

Fue como si la gente en general, en todos los niveles sociales, se hubiera propuesto parar, hacer una pausa y volver a partir en una dirección diferente", escribió Mavis Gallant en Los sucesos de mayo. París 1968, que Alba publicará en España dentro de unos días. Se trata de una suerte de diario que la novelista canadiense redactó por encargo de The New Yorker. No se puede sospechar, en su caso, de connivencia o complicidad con los revoltosos, con esos izquierdistas furibundos que lanzaban adoquines para desencadenar la revolución total. "La alucinación colectiva consistió en creer que la vida puede cambiar, de repente y para mejor", apuntó Gallant. La escritora llegó al barullo, salió a la calle, habló con la gente, tomó notas. Algo muy parecido hizo William Klein, el imponente fotógrafo estadounidense célebre por sus imágenes de Nueva York, sólo que recorrió París con una cámara. Su película (Grands soirs et petits matins, 1978), que forma parte del ciclo Con y contra el cine que coordinan Amador Fernández-Savater y David Cortés dentro del proyecto Mayo del 68: el comienzo de una época (www2.unia.es/arteypensamiento/), recoge la intensidad de aquellas jornadas. Gente y gente y gente, muchos de ellos trajeados y con corbata, fascinados por la acción y enloquecidos por una extraña pasión que los hace barruntar que ya nada va ser igual.

La revuelta desencadenó "una fragmentación de la identidad social que permitió la irrupción de lo político", dice Kristin Ross

Klein se para, pone la cámara, deja que adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos se expresen. Filma a los obreros en las fábricas, a los médicos voluntarios, a las improvisadas niñeras que se ocuparon de los más pequeños en una ciudad que, estrictamente hablando, había cerrado. En todas partes, como ocurre también en el libro de Gallant, círculos de personas en torno a un transistor (la radio fue decisiva como medio de comunicación). Hay discursos que son un galimatías de propuestas revolucionarias. Hay otros, como el de un mocoso, que son toda una declaración de intenciones: "Si quiero comerme un plátano, me lo como; si no quiero comérmelo, lo tiro". Ése era el espíritu. También lo recoge Mavis Gallant, cuando cuenta de la hija de diecisiete años de una amiga que apareció en su casa con un melenudo y preguntó: "¿Mamá, ¿me das permiso para pasar la noche en el Barrio Latino? Hay barricadas".

Aglomeraciones y murallas de policías armados hasta los dientes. Manifestaciones, heridos, algunos muertos. Críticas a los sindicatos y a los partidos de la izquierda tradicional, que quieren parar aquello. Mezcla: coinciden en las calles gentes que, por sus posiciones en el entramado social, no habían coincidido nunca. Eso es precisamente lo que destaca Kristin Ross en Mayo del 68 y sus vidas posteriores. Escribe allí que lo que ocurrió "tuvo mucho más que ver con el abandono de las determinaciones sociales, con desplazamientos que sacaron a la gente de su ubicación en la sociedad, con el divorcio de la subjetividad política y el grupo social". Subtitulado Ensayo contra la despolitización de la memoria, el libro forma parte de un gran proyecto de las editoriales Acuarela & A. Machado. Es el primero de los cuatro títulos que van a publicar siguiendo la estela del aniversario. Su objetivo es el de devolver la palabra a la gente que estuvo allí, a cuantos cuestionaron los canales establecidos de hacer política y se lanzaron a la calle.

Se olvida a menudo, piensa Ross, que lo que el Mayo francés desencadenó fue "una fragmentación de la identidad social que permitió la irrupción de lo político". No fue, por tanto, simplemente la revuelta de unos jóvenes que cambiaron las costumbres, ni tampoco una algarada que sólo ocurrió en el Barrio Latino de París, ni siquiera se limitó, como critica Ross de la versión oficial del evento, a ser un proceso que llevó a Francia "de un Estado burgués autoritario a una nueva burguesía financiera, liberal y moderna".

Hubo tres blancos incontestables de la protesta, dice Ross: "El capitalismo, el imperialismo estadounidense y el gaullismo". Pero recuerda que el caldo de cultivo donde se fraguaron esos enemigos venía de atrás, de una generalizada oposición a la guerra de Argelia, y que se combinó con "un marxismo muy dinámico", que alimentaba a los movimientos obreros y a sectores muy distintos de la intelectualidad (althusserianismo, maoístas, trotskistas y anarquismos de variado pelaje). Un poco más allá, lo relevante fue la voluntad de los que participaron de dinamitar los marcos tradicionales de hacer política: la especialización, la rigidez funcionarial, los cuadros de los partidos. En este afán por devolver la voz a lo que allí empezó a gestarse, Acuarela & A. Machado publicarán también Palabras anónimas sobre Mayo del 68, de Nicolas Daum, que reúne testimonios de los que se involucraron en la lucha; Mayo reencontrado, de Jacques Baynac, que da cuenta de la actividad de los comités de acción y se sumerge en las relaciones entre obreros, campesinos y estudiantes y en la organización diaria de la revuelta, y el catálogo del ciclo de cine antes mencionado. Un abanico de propuestas para reencontrarse con la multiplicidad de voces que se dieron cita allí, y sus respectivas batallas.

También Debate propone un acercamiento al Mayo francés en París rebelde, de Ignacio Ramonet y Ramón Chao, un recorrido atípico por los distintos momentos revolucionarios por los que ha pasado la capital francesa.

Mavis Gallant abría su libro refiriéndose a un pequeño recuadro que leyó en Le Monde a principios de la primavera de 1968. Daba noticia de una protesta de los estudiantes de Nanterre ante la amenaza de expulsión de un estudiante judío alemán. Ese estudiante era Daniel Cohn-Bendit, que luego participó activamente en los sucesos de Mayo. Estos días aparece en Global Rhythm La rebelión del 68, un libro en el que Cohn-Bendit junto a Rüdiger Dammann reúnen un puñado de textos muy diversos sobre lo que sucedió entonces y lo que vino después. Los análisis, que los editores comentan en unas glosas, van más allá de la huelga que sacudió Francia y se sumergen en las cuestiones que abrió: la necesidad de la utopía, el movimiento feminista, el antiautoritarismo en la enseñanza, la revolución sexual... ¿Qué pasó realmente? ¿Qué puede recuperarse de aquello? ¿Cómo se ha desactivado su energía crítica? -

Los sucesos de Mayo. París, 1968. Mavis Gallant. Traducción de Pilar Vázquez. Alba. Barcelona, 2008. 216 páginas. 22 euros. Mayo del 68 y sus vidas posteriores. Ensayo contra la despolitización de la memoria. Kristin Ross. Traducción de Tomás González Cobos. Acuarela & A. Machado. Madrid, 2008. 438 páginas. 22 euros. La rebelión del 68. Daniel Cohn-Bendit y Rüdiger Dammann. Traducción de Pablo Álvarez Ellacuría. Global Rhythm. Barcelona, 2008. 320 páginas. 19,68 euros.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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