La doble R se exhibe en Vistalegre

Son pareja, forman una marca reconocida y a fe que se tienen la fama bien ganada. Rudy y Ricky, tanto monta, monta tanto, protagonizaron un partido ejemplar en un complicado escenario, con ambiente de playoff y los ánimos muy caldeados entre jugadores que suman ya unas cuantas cuentas pendientes. Pero nada ni nadie impidió que se hicieran con el mando y una gran victoria gracias a su explosiva mezcla de talento, poderío físico, compenetración extrema e inteligencia.

El único que pareció en condiciones de disputarles el protagonismo fue Bullock, pero se pasó los últimos ocho minutos en el banquillo tras una actuación escandalosa. Lejos de ser un hecho casual, el hombre que le frenó en seco cuando llevaba 35 puntos de todos los colores fue precisamente Ricky en una de esas demostraciones de lectura del juego tan impropia a su edad. Sabedor de sus problemas con las faltas personales, Ricky le puso en su punto de mira. La primera entrada supuso la cuarta. En cuanto el balón se puso en juego de nuevo, el chaval forzó otra penetración con la clara intención de aprovecharse de la debilidad de su defensor. Bullock picó, cometió una evitable quinta y su exhibición se dio por concluida. Quedaban ocho minutos y todo por resolver (74-70), pero este hecho condicionó el resultado. Sobre todo, en los minutos finales, cuando a la pareja verdinegra se unió Mallet, en estado de gracia. En cambio, el Madrid, sin su faro ofensivo, se mostró tan errático que no sólo perdió el partido, sino también el basket-average en caso de empate entre ambos. Demasiado.

Capitulo aparte merece Rudy. El futuro jugador de Portland despide un aroma de superioridad que se plasma en que suele hacer lo que quiere y cuando quiere aun mermado por sus problemas en un hombro. Ha llegado a tal grado su confianza que cada vez que se levanta parece que no puede haber otro destino que la red. Por si no fuera suficiente, en algunos momentos y salvando las distancias recuerda a Petrovic por su capacidad para irritar a los contrarios con comportamientos de tinte teatral. Pero, como con el croata, cuanto más revuelto está el gallinero más se crece.

Un último apunte. El Joventut acribilló al Madrid con 18 triples de 33. Cierto que su nómina de tiradores es extensa, pero la clave reside en su excelente circulación del balón, tan rápida y precisa que permite que la mayoría de sus intentos sean en posiciones favorables. En definitiva, un triunfo para enmarcar en un partido que hace desear que ambos equipos se encuentren en la gran final de la Liga. Todos saldremos ganando.