Optimismo contenido
Los hinchas del Valencia no hicieron alardes por la penosa marcha en la Liga
"Xe, que bo" ("Ché, qué bueno"), se escuchó en el metro que se dirigía a la parada de Pirámides, la más cercana al estadio Calderón, dos horas antes de la final. Era fácil deducir de qué grupo de aficionados partió el lema. Un reducto silencioso de valencianistas iba en el vagón mezclado con simpatizantes del Getafe. Todos se mostraban recatados y vergonzosos. Hasta que saltó el mensaje espontáneo del atrevido seguidor del Valencia, al que se sumaron sus acompañantes. "En castellano, por favor, que no sé si nos estáis insultando", replicó un devoto del Getafe que encendió el coro de cánticos azules.
Nada hacía presagiar al mediodía que Madrid albergaba ayer una final de la Copa del Rey. Un cartel gigante y azul colgado en la Puerta del Sol, de soporte y ánimo al Getafe, sí anunciaba el evento. Pero en los viandantes no se apreciaban vestimentas distintivas de ninguno de los dos contendientes. Sorprendentemente, una camiseta naranja asomó en un lugar insospechado. En el museo Thyssen, entre la gente con aspecto culto, serio y sereno. Absortos contemplando pinturas y esculturas de Amedeo Modigliani, destacaba el naranja de un joven valenciano. Siempre hay tiempo para la cultura.
Se trataba de una nueva final de Copa para el Valencia, la 17ª, con la posibilidad de conseguir su séptimo título real. Pero la trayectoria del equipo en la Liga no invitaba a un derroche de júbilo. La apasionada afición del Valencia siempre se deja notar allá donde va. Acostumbrada en los últimos tiempos a acudir a finales, la cita de anoche no se presentaba, en principio, con la misma ilusión y esperanza. El cuartel general de concentración y jolgorio fue instalado en la pradera de San Isidro. Sonaba la música, corría la cerveza y se olía a pólvora. Las tracas y petardos nunca faltan en una fiesta donde hay un valenciano. Ya dentro del estadio, el optimismo sí estalló en los 22.000 valencianistas presentes.
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