El Bayern de toda la vida
Desde la Copa de Europa de 1974 arrebatada al Atlético por Schwarzenbeck, el club alemán ha hinchado su palmarés con la suerte de cara
La volea de Ribéry en el último minuto del tiempo reglamentario despertó el run-run en la grada de Getafe. El cabezazo de Luca Toni en el último minuto de la prórroga recordó la aciaga noche en la que un central torpón, Hans-Georg Schwarzenbeck, arrebató al Atlético la Copa de Europa de 1974. Fue el primero de los títulos del Bayern.
"Justo en el último minuto de la prórroga hubo un saque de banda. El balón llegó a los pies de Beckenbauer y lo lógico habría sido que él, en una situación así, buscara el pase en profundidad, hacia la portería contraria. Que buscara a Müller, vamos. Pero los españoles se habían amontonado atrás. Así que hizo un pase en horizontal. Hacia mí. Y yo, la verdad, no me lo pensé mucho", asiente Schwarzenbeck mientras vende unos pilots negros en su papelería, en el número 9 de la Ohlmüllerstrasse de Múnich. Como muestra de agradecimiento, el Bayern le compra material de oficina. "Yo les aporto una parte modesta. Les vendo el papel, los lápices, las gomas de borrar... Ése es mi día a día, acá, en la tienda, con mi esposa. También vendo prensa, tabaco... De seis de la mañana a seis de la tarde. Ah, cerramos al mediodía, por si le interesa".
"Mejor que le compren a él que a un desconocido, aunque me fastidió esa noche en el estadio Heysel de Bruselas. Encima, era el 15 de mayo, día de San Isidro", rememora Reina. El portero del Atlético, cuyo hijo lo es ahora del Liverpool, no pudo atrapar el disparo del zaguero "desde su casa y sorteando una maraña de piernas". "Le tocó la lotería. Es irrepetible. Incluso sin contrarios. Nadie podría repetirlo en carrera y desde el mismo sitio", dice mientras celebra el bautizo de su última nieta.
El club del Manzanares no se recuperó del golpe (1-1 al final) y fue vapuleado en el desempate a las 48 horas (4-0). "A no sé quién de la UEFA no se le ocurrió nada mejor que repetir el partido en vez de dejar que el campeón se decidiese en los penaltis. Tal fue el desastre que descartaron la idea por completo", cuenta Adelardo. "¿El Atlético, un pupas? Je, je, je... En el primer partido fueron superiores, pero en el siguiente saltaron derrotados al césped. Estaban deprimidos a más no poder", explica Schwarzenbeck.
El Bayern comenzó entonces su idilio con Europa: cuatro Champions, una Copa de la UEFA, una Recopa... Casi siempre con la suerte de cara, como cuando el Saint Étienne le perdonó la vida en la final de 1976. O cuando superó al Valencia en la tanda de penaltis de 2001. "Luis Aragonés había marcado en el tiempo extra, en el minuto 113 o por ahí, un golazo de falta directa que el tío ya estaba celebrando con el balón a medio camino de la portería de Maier. Y mira por dónde nos la lio el tipo ése", prosigue Adelardo, que vio el gol de Schwarzenbeck desde la bocana del túnel de vestuarios. "Es que defendía al hombre, a Hoeness, que ya daba el partido por perdido. ¡En el saque de banda anterior al gol del Bayern se echó a andar hacia las duchas!".
Mientras tanto, Gárate seguía la jugada tirado en el área alemana. "Me planté sólo delante de Maier, pero no pude chutar. ¡Me arreó un calambre en los dos gemelos!", maldice el icono rojiblanco. "Gá... Gá... ¿Gárate? ¡Qué rival más desagradable...! ¡Era rapidísimo! ¡Tremendamente ágil! ¡Qué manera de complicarme la vida! No paraba de buscar las bandas y, técnicamente, era un portento... Como todos los españoles. Yo tuve más suerte. Le pegué al balón, nada más, y acerté", concluye Schwarzenbeck. Como Ribéry. Como Luca Toni.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.