Piques en Caimari
Dos jóvenes murieron en un lugar de Mallorca donde se celebran habitualmente carreras ilegales
El punto negro de Caimari, en la carretera de las montañas de Lluc, en Mallorca, no es una metáfora. Quedó marcado por la muerte de dos estudiantes, de 16 y 17 años, en un choque entre sus dos motos. Sucedió en la noche del día 4, en una recta de 800 metros, lugar de encuentro juvenil y carreras espontáneas. Una de las víctimas conducía un motorino [ciclomotor] prestado. Corría en un pique con otros cinco jóvenes. Se abrió hacia la izquierda y chocó de frente con otra moto mayor (de 125 centímetros cúbicos) que guiaba el otro fallecido. Uno iba lanzado a tope y el otro llegaba veloz en sentido contrario, con una chica de paquete, gravemente herida en la colisión.
Allí hay ahora un ramo de margaritas y gladiolos y, sueltas, dos flores bocas de león rojas. Es una ruta secundaria, estrecha, de piso regular, paso de peregrinos y recolectores de aceitunas. La muchachada con moto se reúne junto a la cruz de término de Caimari y corre, en retos y aceleraciones, hasta las curvas en bucle de Selva. Algunos van sin luz para subir las revoluciones. Los chicos vigilan la llegada de la policía.
"Son pulgas [niños] y organizan un festival de ruido. Vienen 30 o más con sus motorinos trucados", detalla un vecino. "Los municipales no pueden intervenir al ser una carretera. Avisamos a la Guardia Civil", anota un ex edil de Selva. "Se piran al saber que llegan los guardias. De noche el helicóptero no vuela por allí", lamenta el delegado de Gobierno, Ramón Socias.
Una de las víctimas -alumno del IES Berenguer d'Anoia de Inca- asistió al programa dinámico-musical de sensibilización contra los riesgos de las motos, llamado Yo también iba en moto, que ameniza y narra en primera persona una víctima de accidente de moto, un artista que va en silla de ruedas, Victor Uris, quién toca la armónica y es del grupo Harmónica coixa blues band (Armónica coja). Decenas de adolescentes de la comarca eran habituales cada viernes de la recta de Caimari. Algunos aprendieron en los institutos iniciación a la mecánica -como uno de los fallecidos- y transformaron sus ciclomotores en máquinas de carreras, con las que pretenden emulan a los corredores. "No hagáis carreras", alertó un profesor a los alumnos que partían con la moto del instituto Berenguer d'Anoia.
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