El goloso historiador
Es el Conde de Sert un auténtico goloso, si entendemos esta palabra en su justa acepción y la aplicamos a aquel que ha impuesto en su vida la obligación de tomar manjares delicados, con la noble pretensión no de alimentarse sino de proporcionar placer a aquellos sentidos que preceden en el orden natural a la gola o garganta propiamente dicha. Contemplar la historia bajo este sugestivo punto de vista quizá no permite conclusiones como las de aquel que se sumerge en la misma con los criterios del materialismo histórico, pero sin duda ilustra de forma brillante sobre los caminos que recorrió esa parte de la cultura de los pueblos que es la alimentación.
Desde las tribus primitivas, pasando -como no podía ser menos- por los griegos y romanos, adentrándose en nuestro Siglo de Oro y describiendo de forma brillante lo que él llama "el famélico XIX español", un recorrido por las formas de comer nos ilustra sobre los cambios sociales y nos ilumina sobre la íntima relación entre trabajo y alimentación, y de esta con los placeres de la mesa. A despecho de la insufrible inflación de libros culinarios o de recetas, que inundan las librerías para convencernos de la fugacidad de las modas y la gran capacidad de imitación que tienen la mayor parte de los afamados jefes de cocina, este libro se lee de un tirón y nos enseña deleitando sobre hechos tan complejos como la sustitución de la aristocracia por la burguesía a partir de la Revolución Francesa o la magnífica forma que tuvieron los habitantes de la época para olvidar la realidad que se cernía sobre Europa en el periodo de entreguerras. Y todo a la vez que vamos saboreando las creaciones de los más grandes de la historia gastronómica o sobrellevando el hambre del pueblo llano.
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