Iberdrola, Gas Natural... de nuevo
Las presiones para reordenar el sector energético reflotan viejas operaciones
Con los bancos de negocios en cabeza, el mundo empresarial, financiero y político comparte la idea de que el sector energético español necesita un buen meneo. Una reordenación, en lenguaje empresarialmente correcto. En ese magma, espeso y caliente, cada una de las combinaciones empresariales posibles tiene asegurado su día de notoriedad. La última pedrada en un estanque más que agitado por las aspiraciones de la eléctrica estatal francesa EDF en España, es la posibilidad de una operación de fusión entre Iberdrola -la gran pieza a cobrar- y Gas Natural, la empresa que fracasó en el asalto a Endesa.
Gas Natural es la mejor opción para Iberdrola si hay reordenación
Las dos partes, Iberdrola y Gas Natural, negaron ayer que hayan hablado de su posible fusión. Lo que significa exactamente eso: que las empresas no han hablado, que no han acordado ninguna fórmula de canje y que la operación no ha llegado a ser examinada en los órganos de decisión y control de las compañías.
En suma, oficialmente no hay plan de fusión en marcha entre Iberdrola y Gas Natural. Aunque hablar, acordar las fórmulas de canje y presentar el plan formalmente no es algo que no se pueda hacer en un fin de semana.
Porque los números para una posible fusión Iberdrola-Gas Natural no es que estén hechos, están trillados, cepillados, y hasta afilados por el paso del tiempo. Gas Natural (controlada por La Caixa y por Repsol) intentó hacerse con el control de Iberdrola en 2000 y en 2003. En 2000, desistió por la oposición del BBVA (accionista entonces de Repsol y de Iberdrola) y en 2003, bajo la presidencia de Antonio Brufau (actual presidente de Repsol) se retiró por la oposición frontal de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), inspirada por el Gobierno de José María Aznar. Del roce nace el cariño y en 2005, cuando Gas Natural planteó su oferta de compra sobre Endesa, Iberdrola se comprometió con la compañía gasista a adquirir los activos de la compañía resultante que obligara a vender la CNE para autorizar la operación. Una auténtica afrenta para el entonces presidente de Endesa, Manuel Pizarro.
Así que, teóricamente, la fusión Iberdrola-Gas Natural, no es una posibilidad descabellada. Iberdrola la considera, de hecho, la opción más interesante entre las que puede manejar. Porque existen precedentes en operaciones de fusión de empresas de gas y empresas eléctricas (Francia y Portugal), porque la desinversión de activos de la empresa resultante no sería inasumible (alguna planta de regasificación y alguna central de ciclo combinado) y en último término, porque dejaría definitivamente arrinconada en Unión Fenosa a la constructora ACS de Florentino Pérez, el "socio incómodo" del presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, por su empeño en fusionar Fenosa-Iberdrola, con o sin ayuda francesa.
La unión de Iberdrola (49.987 millones de euros de capitalización en Bolsa) y de Gas Natural (17.683 millones) podría incluso propiciar la entrada en España de la eléctrica estatal francesa EDF, vía participación accionarial o mediante compra de activos. Una baza para el Gobierno español en sus relaciones con el vecino francés. Incluso en fuentes de ACS se admite que la fusión Iberdrola-Gas Natural es uno de los escenarios probables en el inmediato futuro. Aunque tan probables, aclaran como los menos amistosos para Sánchez Galán que defiende Pérez.
Con el nuevo Gobierno pendiente, las posibilidades se llenan de condicionales. Fuentes de Iberdrola explican que una hipotética unión con la empresa que preside Salvador Gabarró -si se impone la tesis de la reordenación sectorial que la eléctrica no considera necesaria- se podría llevar a cabo "si" no supone una dilución del valor de la compañía, "si" se respeta el tamo de las compañías en la ecuación de canje y "si" se crea valor para los accionistas. Aunque con tantos condicionales como en el poema de Kipling, la frase puede llegar a emocionar a los que viven de fabricar planes.
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