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LA BATALLA DEL EJE PRADO-RECOLETOS

Fuera los coches, no al túnel

EL PAÍS consulta a seis prestigiosos expertos acerca del gran 'proyecto Gallardón'

Daniel Verdú

Es el caballo de batalla de Alberto Ruiz-Gallardón. Otra oportunidad que le brinda el destino para medirse con su gran rival, la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre. Quizá una última bala para demostrarle al mundo y a sí mismo que puede con ella. Que las derrotas que sufrió con anterioridad eran sólo el camino hasta la victoria final. Que le subestimaron los que pensaron que tiraba la toalla. Pero lo más importante, lo que realmente supone el proyecto de remodelación del eje Prado-Recoletos y que ha quedado ensombrecido por la refriega política, es un paso muy relevante en el cambio de modelo de ciudad que experimenta Madrid. La primera gran obra de Gallardón que pone el foco en el peatón.

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El proyecto del equipo de Álvaro Siza y Juan Miguel Hernández de León es una apuesta clara y atrevida por la ciudad transitable a pie, la restricción del tráfico y el transporte público. Treinta y siete mil coches desaparecerán de un plumazo de la zona. Una reducción del tráfico del 40%. Una idea que lleva macerándose seis años y que supone una potenciación evidente de uno de los mejores espacios que tiene la ciudad: el cuadrilátero de los museos.

Pero, en medio de la batalla política, el proyecto ha sido discutido por varios aspectos. Primero fueron los árboles y los carriles de tráfico que discurrían frente al Museo Thyssen. Se solucionó. Ahora, Esperanza Aguirre lo ha sometido a un proceso ordinario de evaluación ambiental, que tardará, como mínimo, nueve meses en resolverse, haciendo valer sus competencias sobre la zona declarada Bien de Interés Cultural (de Atocha a Cibeles). Además, argumenta la Comunidad, la reducción de carriles en el eje colapsará las calles aledañas, especialmente la de Alfonso XII. Y para solucionarlo propone empecinadamente la solución del túnel que ya descartó el concurso internacional y el propio José María Álvarez del Manzano cuando era alcalde.

Y en medio de la parálisis, Gallardón ha decidido tirar por la calle de en medio: el proyecto comienza, diga lo que diga Aguirre. El Ayuntamiento dejará para lo último la zona protegida y empezará las obras de las zonas donde Aguirre no tiene competencias. La gran incógnita para los ciudadanos es cuándo podrán ver acabado el proyecto. No hay plazos, ni presupuestos.

El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid solicita que se estudien bien las consecuencias que la reforma tendrá sobre el tráfico. Si hay que hacer un túnel, dicen, debe realizarse un estudio exhaustivo "sobre los condicionantes que imponen las infraestructuras y demás elementos que ya alberga el subsuelo de este espacio urbano".

Los vecinos, a través de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos (FRAVM), manifiestan el hartazgo de asistir a una lucha perenne que ha arrojado un sinfín de propuestas y contrapropuestas. Piden, además, que se atiendan sus alegaciones.

EL PAÍS ha pedido a seis expertos independientes y de prestigio internacional que se pronuncien acerca de la conveniencia de una reforma de este calibre y de los problemas de tráfico que puede generar en el futuro. Todos están a favor de la remodelación y apuestan por medidas globales de restricción y control del tráfico en el centro de Madrid. Ésa, dicen, es la concepción de una ciudad moderna. ¿Y la idea del túnel? No convence a ninguno.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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