_
_
_
_
Reportaje:

La aldea que vive a tientas

A 10 kilómetros de Lugo, los vecinos de A Piqueira se alumbran con gasoil

A 10 kilómetros de Lugo, por la carretera que va a Portomarín, hay una aldea que vive a la sombra. Son, en total, siete casas y varias fincas en las que también se construirá cuando se haga la luz. Pero la luz no se hace, y los vecinos de A Piqueira, que así se llama el enclave, ya no se creen las promesas, que vienen una y otra vez siempre que los políticos se ponen en campaña y se evaporan en el mismo instante en que se cierra el colegio electoral. A Piqueira pertenece a Guntín, y limita al norte con una pista que marca la raya que separa este municipio del de Lugo.

Al otro lado de esta senda, de unos dos metros de anchura, la primera casa de Lugo, deshabitada y cada vez más arruinada, tiene contador de la luz. Y tras ésta, siguiendo la general, aparece ya el pueblo de San Xoán do Monte, donde aún hace poco, si varias vecinas ponían la lavadora al unísono, ninguna conseguía hacer la colada.

"El que no tiene luz es que no quiere... Gente que anda en coche sin carné"
El generador de gasóleo da para unas bombillas, no para la nevera

El camino que separa Lugo de Guntín marca también el límite entre la red de suministro de Fenosa, que abastece al segundo, y la compañía Barras Eléctricas Galaico-Asturianas, SA (Begasa), que da pábulo a las bombillas del municipio capitalino. En este mapa eléctrico de la frontera, A Piqueira es tierra de nadie. Carmen, la única vecina que tiene luz, disfruta de ella porque ha pagado de su bolsillo un transformador privado que decora su finca y se ha conectado, precisamente, a Barras, la compañía que no le corresponde. El aparato ardió una vez, y fue tan caro el arreglo que ahora, para curarse en salud, además de abonar los recibos, paga dos seguros distintos.

Los demás sobreviven como pueden. Con pequeños generadores a gasóleo que sólo consiguen alimentar unas pocas bombillas. La energía que producen no basta para los electrodomésticos, "ni siquiera para una nevera", asegura José Luis Rodríguez, el concejal socialista que, desde la oposición, ha convertido en suya la causa de estos vecinos que viven a tientas. La mayoría, de lunes a jueves, duermen en Lugo, donde trabajan, porque la vida doméstica, sin corriente, es incómoda en Guntín; el lugar en el que habían proyectado vivir y donde, según el propio edil, edificaron bajo esa autorización tan gallega del ti vai facendo, que ya luego vendrán los papeles.

Hace unos años, Begasa sopesó la posibilidad de comprarle el poste y el transformador a Carmen, sacarlos fuera de su finca y dar suministro a todas las casas. Pero, según cuenta la vecina, la compañía se echó atrás porque los recibos tardarían en compensarle los gastos. También la Consellería de Innovación e Industria realizó un estudio de viabilidad, y calculó que la obra, para dar energía a aquellas propiedades, costaría 36.000 euros, así que terminó descartando la posibilidad por su excesivo precio.

Ahora, con financiación de la Xunta, el Ayuntamiento proyecta mandar por canalización el agua de una fuente cercana a las viviendas. Para bombearla, Fenosa llevará hasta las proximidades de A Piqueira el tendido eléctrico de San Mamede, pero será ésta una acometida en exclusiva para el surtidor. Los vecinos, una y otra vez, ven la luz al final del túnel, pero, quizás porque son pocos y no todos votan en Guntín, siguen a oscuras.

Claro que en este municipio no son los únicos faltos de energía. En A Mota, paradójicamente con vistas al embalse de Belesar, otra casa sobrevive sin electrodomésticos y con la mortecina luz que proporciona un generador con motor de dos caballos. Las viviendas de alrededor han ido enganchándose a Fenosa, previo pago de 3.000 euros, pero esta casa, humilde donde las haya, no ha juntado tanto. En el bar, en Guntín pueblo, si se saca el tema alguien da un manotazo al aire como queriendo apartarlo. Por insignificante. "Son formas de vivir", dicen, "hoy en día, el que no tiene luz es porque no quiere. Es gente sin trabajo fijo, que vive a su manera... Gente que conduce un coche sin carné".

En la otra dirección, a San Román da Retorta, la luz llega, pero tan escasamente que, al atardecer, cuando se prenden las farolas públicas, las casas se quedan en penumbra. Las bombillas flojean y los aparatos eléctricos ya no se pueden encender. Al final, aunque le cueste un dineral, la que mejor está, de todos estos vecinos olvidados por las compañías eléctricas (que aquí no acompañan demasiado) es la familia de Carmen. Ellos incluso tienen un potente alumbrado público. Público porque está en la carretera. Aunque Begasa se lo incluya en la factura doméstica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_