El periodista en la Era de la Información
Dan Gillmor contempla un futuro con "lo mejor del actual sistema informativo" y la emergencia de la voz ciudadana
El profesor Philip Meyer tiene una profecía osada sobre el futuro de la prensa: el último periódico en Norteamérica se publicará en abirl de 2040. Después refinó el augurio. Sería en octubre de 2044. De hecho, lo utiliza más como una alarma sobre el futuro que como un acertijo. Autor de The vanishing newspaper, propone un paradójico reto: en la Era de la Información habrá que salvar al periodismo. Meyer está convencido de que lo que mantendrá determinados periódicos no serán sólo las noticias, sino su capacidad de ser socialmente influyentes.
De todos modos, el repertorio de profecías es inagotable. El editor de The New York Times, Arthur Ochs Sulzberger, considera que los diarios tendrán larga vida pero que también hay que estar preparados para que esta idea sea errónea. La Asociación Norteamericana de Periódicos abrió un blog para que distintos expertos imaginaran el futuro de los diarios. El economista Miles E. Groves apenas concluyó que "la próxima década será más traumática". Otro, tras dibujar el panorama en 2017, admitía que sus lectores en ese año se reirían por la falta de imaginación de su intento..
En cualquier caso, Internet ha originado un cambio sustancial en el mapa de la información ciudadana. El periodista ha dejado de tener el monopolio en la intermediación entre un acontecimiento y su relato. El periodista y su empresa ya no son los únicos que tienen las herramientas para construir y divulgar noticias. Sólo en el mundo de los blogs se crean dos cada segundo y se cuelgan más de 1,5 millones de posts al día. Es un hecho saludable, democrático. Sin embargo, varios analistas advierten sobre los excesos líricos con que se contempla el fenómeno. Los nuevos soportes facilitan al ciudadano ser emisor, y no sólo consumidor, de información, pero también son plataformas para el fraude y la intoxicación. Los cambios afectarán a la producción y a la distribución (impresión bajo demanda, por ejemplo). El debate, sin embargo, no debe situarse sólo en lo que permiten los nuevos soportes y los cambios que introducen en las conductas informativas, sino también en cómo pervive un periodismo que siempre será necesario: del que conoces quién te habla y desde dónde lo hace (la importancia de las cabeceras reconocibles), que somete los datos a chequeo, que contrasta fuentes, etcétera.
Un periodismo exigente que cuesta dinero producir y que para seguir siendo independiente necesita un modelo de negocio. No se discute su necesidad. El profesor Rosental Calmon Alves no excluye que la filantropía deba acudir en auxilio de ese periodismo porque las democracias necesitan un ciudadano bien informado si no quieren debilitarse. Hay ya alguna experiencia en esta línea. El ex director del Star Tribune de Minnesota, Joel Kramer, ha creado MinnPost, un diario digital que cuenta con perodistas y con la aportación de la comunidad y cuyo objetivo es crear un modelo de negocio sostenible, apoyado por patrocinadores, anunciantes y "miembros que hagan una donación anual". "Pedimos a la gente que crea en el periodismo de alta calidad que apoye nuestro trabajo".
Las nuevas plataformas introducen nuevas variantes informativas, hay un periodismo agregador de informaciones ajenas, que conversa y colabora con sus lectores y respalda aportaciones de los mismos...
Con todo, grandes apóstoles de los nuevos medios, como Dan Gillmor, autor del libro We the media, contempla un futuro donde exista una combinación que preservará "lo mejor del actual sistema informativo" y simultáneamente animará la emergencia de nuevas voces, el llamado periodismo ciudadano, "cuyas palabras necesitamos escuchar".
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