Nieve y granizo en plena sequía
El temporal se ceba en el Maresme - La decepción del sector turístico de esta Semana Santa en la costa contrasta con la euforia de las estaciones de esquí
La Semana Santa arrancó en plena sequía y con los embalses en niveles mínimos. Pero ayer, la lluvia, el granizo y hasta la nieve azotaron el Maresme, el Vallès Oriental, el Gironès y la Selva. Las paradojas de la meteorología hicieron coexistir imágenes de coches equipados con cadenas circulando por localidades como Canet de Mar (Maresme), de playas cubiertas por un manto de granizo como las de Blanes (Selva) o de máquinas quitanieves en carreteras como la C-32, con otras bien distintas: ciudadanos dispuestos a cruzar a pie el río Llobregat, completamente seco bajo el puente de la carretera C-254, a su paso por Sant Boi de Llobregat. O niños correteando por las laderas del pantano de Siurana (Priorat), por su bajo nivel de agua.
Las llamadas a los bomberos debido a pequeñas inundaciones y a cañerías obstruidas se sucedieron a lo largo de la tarde -hubo más de 25-, sobre todo en el Maresme. La circulación se complicó en varios tramos de las carreteras C-32 y N-II, donde se formaron largas colas de vehículos, al igual que en la autopista AP-7, entre La Roca del Vallès (Vallès Oriental) y Sils (Selva) a causa de la visibilidad reducida.
A última hora de la tarde remitió el temporal y las carreteras recuperaron la fluidez. Pero la nieve aún caía en el Pirineo y obligaba a circular con cadenas en el Port de la Bonaigua.
En Girona y poblaciones vecinas como Salt o Bescanó, el granizo dejó una auténtica estampa invernal. "Menos mal que ayer respetó la procesión", comentaba un grupo de turistas en la Rambla de Girona. Los chubascos, intensos y continuados, también aguaron ferias y mercados típicos de Semana Santa como la Fira del Brunyol de Torrent o el Mercat Medieval de Calonge (Baix Empordà). En La Bisbal, Peratallada o Castell d'Aro, el brusco cambio de tiempo también se dejó notar en las terrazas desiertas y las caras largas de visitantes y restauradores. La tramontana contribuyó a enfriar el ambiente y las expectativas turísticas, que ya eran flojas al inicio de la Semana Santa, en la Costa Brava norte, informa Natalia Iglesias.
El Pirineo de Lleida era la otra cara de la moneda. El tiempo inestable -desapacible en muchos momentos- no disuadió a las miles de personas que decidieron pasar estas fiestas en alguno de los complejos invernales, que presentan unos espesores de nieve inmejorables para la práctica del esquí alpino. Entre las seis estaciones de esquí en pleno funcionamiento, piensan vender 100.000 forfaits. Las estaciones más concurridas han sido Baqueira Beret (Val d'Aran) y Boí Taüll (Alta Ribagorça), informa Lluís Visa. La masiva presencia de esquiadores está siendo muy positiva para todo el sector turístico en general, principalmente para la hostelería. Las previsiones del Patronato de Turismo de la Diputación de Lleida se han superado con creces, de manera que los establecimientos situados en las proximidades de las estaciones de esquí han rozado el lleno y en el resto la ocupación se ha situado entre el 80% y el 95%.
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